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La librería Los Portadores de Sueños cierra tras 14 años de vanguardia cultural en Zaragoza

Las presiones económicas y el cansancio vital de un negocio familiar precipitan el final previsto para el próximo 24 de enero

David Trueba, Enrique Vila-Matas, Antonio Muñoz Molina, Iñaki Gabilondo, Rosa Montero, Andrés Neuman, Lolita Bosch o Fernando Aramburu son algunos de los autores que han pasado a formar parte de la activa historia de Los Portadores de sueños. La librería, regentada por Eva Cosculluela y Félix González, abrió sus puertas en el centro de Zaragoza en noviembre de 2004, en 2012 recibió el Premio Librería Cultural que otorgan Cegal (Confederación Española de Gremio y Asociaciones de Libreros) y el Ministerio de Cultura y cerrará el próximo 24 de enero, tras 14 años como centro de actividad cultural en Aragón y en todo el país.

Entre la principal causa del cierre Cosculluela destaca la presión económica. “No vendemos suficientes libros para que sea viable. Somos una librería de fondo y tener las estanterías llenas de libros supone tener un capital inmovilizado enorme. Además, la inversión que hay que hacer cada mes para comprar las novedades es altísima”. Esto entronca con otro de los motivos: “un sector enloquecido”. “No sé por qué pero últimamente hay muchos cambios de distribuidor en las editoriales. Esto supone que cada mes tenemos que devolver nuestro fondo de libros a tres o cuatro editoriales para que el nuevo distribuidor nos los vuelva a enviar. Es un desgaste enorme”. Y esta es precisamente la tercera razón por la que se despiden del negocio: “Desde el primer minuto nos la planteamos como un lugar vivo, dinámico, en el que ofrecer una programación cultural de calidad. Pero no podemos hacer más de lo que hacemos y aun así no es suficiente”.

El desgaste vital de un negocio familiar ha dejado huella en esta pareja que no tuvo un principio fácil. Abrieron en 2004 y antes de que cumplieran cinco años llegó la crisis económica a España, lo que no ayudó a que la librería despegara. “Paró todo y nos quedamos a la mitad”, lamenta Cosculluela. “Si hubiéramos llevado más años habríamos tenido un colchón económico y una clientela fija que nos hubiera permitido pasar mejor la crisis, pero no llegamos”. 

Juancho Pons, presidente de Cegal y dueño de la librería Pons en la misma ciudad, afirma «que una librería como esta, que ofrece un trabajo único y especializado, que es un modelo de librería, no sea valorada por los lectores es desolador”. Y apunta que de las 20 librerías que han obtenido el Premio Librería Cultural «es la tercera que ha cerrado, lo que es un síntoma de que hay algo que no se está haciendo bien”.

Uno de los cierres más sonado fue el de la librería barcelonesa Negra y Criminal en 2015. En ese momento, Paco Camarasa, dueño del espacio, señaló con claridad al asesino de su negocio: el cliente infiel. “Nos hemos quedado sin clientes”, sentenció. Ahora, Pons y Cosculluela señalan de forma igualmente clara al negocio online como uno de los males de las pequeñas librerías. “En los últimos años se han dado cambios importantes en el modelo de consumo, sobre todo en los clientes jóvenes, que lo compran todo por Internet”, comenta la, aún, librera. “Y es normal, cómo competimos si a nosotros el distribuidor tarda tres días en enviarnos un ejemplar y Amazon solo uno en llevarlo a la misma casa de los lectores. No podemos”, concluye. Y reivindica más atención a la actividad de las librerías mientras continúan abiertas, mientras todavía pueden mantenerse en pie, y no solo cuando su final es ya definitivo, como el suyo. 

A pesar de todo, a lo largo de tantos años han coleccionado momentos “maravillosos”, pero si tienen que elegir, dice Cosculluela, se quedan con la gente. “Tenemos clientes estupendos, pero también hemos conocido a autores o editores fantásticos con los que hemos creado vínculos y se han convertido en amigos. Además de los compañeros libreros, que siempre nos han ayudado en todo”. Entre estos amigos destaca Aramburu, que esta mañana ha publicado un texto en su blog ante la noticia del cierre. Estas son algunas de las palabras que les dedica: “Félix y Eva no se limitaban al comercio de libros. Sostenían bajo el techo de su local una intensa actividad cultural. Lo dicho, el cierre de la librería me ha pegado fuerte”.

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