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Sevilla descubre al Murillo más contemporáneo

Una exposición con cinco sedes en la capital andaluza plantea una mirada renovadora del artista como inspirador de la modernidad

El Murillo más tradicional puede tener insospechadas conexiones con la contemporaneidad. El éxtasis de las Inmaculadas encuentra un juego de espejos en la contracultura y los niños pícaros de la Sevilla barroca anticipan de forma inesperada el realismo objetivo y la fotografía social. Mirar a Murillo de otra forma, deconstruirlo, levantar los ropajes de sus personajes para descubrir que allí agazapada aguarda la metáfora de la modernidad. Es la propuesta de la insólita exposición Aplicación Murillo. Materialismo, Charitas, Populismo, organizada por el Instituto de la Cultura y las Artes del Ayuntamiento de Sevilla, y que supone el epílogo de las celebraciones en conmemoración del cuatrocientos aniversario del nacimiento del pintor barroco.

Mientras que en el Museo de Bellas Artes de Sevilla se puede contemplar una antológica que muestra desde su obra religiosa a la pintura de género, Aplicación Murillo se extiende hasta el 3 de marzo en distintas sedes de la ciudad con una propuesta radicalmente distinta para llevar al artista hasta el mismo epicentro de la vanguardia. Pero ¿es posible que el pintor barroco que simboliza la religión y el arte amable sea también un referente de la ruptura radical contemporánea? “Esta muestra es una gran caja de herramientas para contemplar de otra manera a Murillo. Se trata de interpretar con gran riesgo su obra e intentar quitarle la caspa y los kilos de academia que muchas veces lo ensombrecen. Lo que pretendemos es atacar los prejuicios en torno a su figura”, expone Pedro G. Romero, uno de los comisarios de la muestra junto a Luis Martínez Montiel y Joaquín Vázquez.

Cinco sedes

Con obras de Picasso, Man Ray, Duchamp, Godard, Joseph Beuys, David Hockney o Tarsila do Amaral, entre muchos otros, Aplicación Murillo es una invitación al espectador para que mire de forma radical y nueva al artista. Cinco sedes articulan una muestra de concepción narrativa que analiza, conecta y lanza puentes entre el pasado y el presente.

En el Centro Cultural Santa Clara, edificio reformado que fue un convento del siglo XVI, se plantea la primera lectura basada en la reflexión sobre lo materialista. La muestra continúa en la Sala Atín Aya donde se indaga en el concepto de charitas y en el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla), que también es parte de un antiguo monasterio, los comisarios proponen un replanteamiento del populismo en su obra. Las otras dos sedes son el Hospital de los Venerables y el de la Caridad donde Murillo pintó buena parte de su obra y que guardan intacto el aire de la Sevilla barroca.

“La modernidad rechazó a quien estaba considerado como el más importante artista de España. Murillo es rechazado cuando llegan las vanguardias que paradójicamente coincide con el rescate y gloria de otros tres del Siglo de Oro: Velázquez, Valdés Leal y Zurbarán. Murillo desaparece y deja de ser una referencia. Sin embargo, en la reproducción técnica tiene una fama popular y aparece en almanaques, vitolas de tabaco, estampas y etiquetas. Murillo se convierte en el pintor de la carne de membrillo”, añade G. Romero en referencia a la multiplicación del imaginario Murillo en la iconografía de las devociones populares.

Pero la devoción popular, los estamparios sagrados y la mística kitsch adquieren de pronto una raíz heterodoxa. Es el pintor que queda perfilado en esta singular exposición que replantea los cimientos de lo murillesco. El espectador asiste a un curioso juego de influencias donde la obra de Duchamp conecta con Murillo. De forma sorprendente el famoso Carrying de Pepe Espaliú –la acción que realizó en 1992 cuando enfermó de sida y fue transportado desde el Congreso de los Diputados al Museo Reina Sofía– parece una proyección contemporánea de uno de los lienzos del artista barroco: San Juan de Dios con un enfermo. Este cuadro se encuentra en el Hospital de la Caridad, donde se evoca ahora aquella acción de Espaliú, junto al palanquín de Miguel Mañara, el fundador del hospital que encargó a Murillo la serie dedicada a las obras de misericordia y que creó esta institución benéfica de cuidado de moribundos en el siglo XVII.

En las distintas sedes se asiste a una lectura renovadora de la estética murillesca. La exposición se convierte en un edificio en cuyos pasillos se cruzan Murillo con Robert Morris, Julio Romero de Torres o Ilya Kabakov. El artista barroco inspira el minimalismo rococó, la abstracción vaporosa, la pintura que se feminiza, el misticismo conceptual o las performances de los cuidados. “Muchas de las prácticas visuales del arte de nuestro tiempo, tienen, lo sepan o no, una relación directa con los modos de hacer de Murillo”, aclara G. Romero.

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