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El capitán Maldonell ha muerto

El Consorci de Patrimoni de Sitges halla la lista de heridos y fallecidos en el gran combate naval de la Guerra de los Segadores en 1642

Unos 2.000 soldados españoles habían quedado atrapados entre las poblaciones de Roses (Girona) y Perpiñán (Francia). En dos ocasiones, la Corona mandó columnas armadas para rescatarlos por tierra, pero los ejércitos reales fueron derrotados por los rebeldes catalanes apoyados por Francia. Por eso, Felipe IV decidió finalmente enviar la flota en su ayuda y suministrarles arcabuces, picas, municiones y víveres, incluso la soldada que se les debía. Así, el rey reunió en Cádiz un centenar de barcos, todos los disponibles en este lado del Atlántico, incluida la flota de Dunkerque y los galeones de Indias. Se incorporaron, incluso, dos naves holandesas capturadas. Pero la armada francesa que comandaba Jean Armand de Maillé-Brézé (sobrino del cardenal Richelieu) les bloqueó el paso. El 30 de junio de 1642 se enfrentaron ante Montjuïc (Barcelona) en el gran combate naval de la Guerra de los Segadores, en el que intervendrán casi doscientas naves. Después de tres campañas de investigaciones, el Consorci de Patrimoni de Sitges ha hallado restos de aquella lucha tanto en tierra como bajo el Mediterráneo: desde el registro de entradas del hospital de la Santa Creu de Barcelona correspondientes a esos días -con 256 referencias a marinos y militares heridos que participaron en los combates-, hasta en 2016 el barco incendiario De Marsay, que llevó a las profundidades a las dos naves almirantas (la francesa Galion-de-Guise y la española La Magdalena). Pero los restos de estos dos galeones siguen sin aparecer.

El 1 de julio se reanudó la lucha naval frente a las costas de Sitges (Barcelona): se enfrentaron directamente las dos almirantas. Los franceses lanzaron una nave incendiada (brulote, en el argot naval) para hundir la española, pero la proximidad de ambas provocó que las dos ardieran y se hundiesen. Pere Izquierdo, director gerente del Consorci, explica que 78 especialistas de diferentes campos trabajan en el proyecto, dentro de una investigación más amplia para redactar la carta arqueológica subacuática del municipio. De momento, entre sus hallazgos más notables se encuentra el De Marsay. «Se trata de una masa de alquitrán a 80 metros de la playa de unos 25 metros cuadrados. Es el brulote que embarrancó en la costa y que contenía, todavía, más de 1.700 litros de alquitrán», indica.

Pero la localización de esta nave incendiaria no sirve, como parecería lógico, para hallar a las otras dos, ya que, a causa del temporal que se desató el día del combate, siguió navegando y alejándose de su objetivo. Eso sí, la tecnología permite ahora reconstruir su derrotero, aunque los especialistas se encuentran con otro problema: el fondo marino de Sitges es sumamente poroso, de arenas finas y movedizas, y traga todos los objetos que se posan sobre él. Los investigadores detallan que cualquier resto puede hundirse bajo el fango hasta seis metros. La única posibilidad, por tanto, para detectar objetos metálicos (La Magdalena, además de balas, portaba 4.500 mosquetes) es mediante técnicas geomagnéticas. Ya se han rastreado 63 kilómetros. Los resultados están siendo analizados tanto en España como en Reino Unido.

En 1962, el arqueólogo submarino Frederic Malagelada halló frente a las costas de la ciudad barcelonesa 2.500 monedas de plata y las depositó en el Museu d’Arqueologia de Catalunya. Pero este descubrimiento tampoco sirve para resolver el misterio, porque está documentado que los supervivientes del combate llegaron a las costas en pequeñas embarcaciones portando el dinero. «Se recogieron prisioneros y heridos, entre ellos el capitán conde de Tirconell y se inscribieron sus nombres, a partir del 30 de junio, en una detallada lista en el registro de entradas del Hospital de la Santa Creu. Ahora se sabe que el militar solo sobrevivió unos días», señala Malagelada. «Don Eners Maldonell, capitán de 28 años de edad» falleció el 9 de julio de 1642, según una nota al margen hallada ahora en el Archivo de la Corona de Aragón.

«Las monedas que hallé en la playa procedían de un galeón español. Estoy convencido, no obstante, que nuestros archivos y museos aclararán la historia de dónde se hallan desde hace casi cuatro siglos y cuya pista yo hallé hace 50 años», culmina Malagelada.

 

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