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Reconciliación a ritmo blues-rock

Tras cuatro años de separación, The Black Keys publica un álbum donde recuperan su adictivo sonido

Dan Auerbach está de buen humor. Ríe cada dos por tres y se explaya para comentar todo tipo de temas, incluso los más espinosos, como el agotamiento que hubo entre él y Patrick Carney y que llevó a la ruptura temporal de The Black Keys en 2015, tras la publicación del disco Turn Blue. “Necesité salir a hacer otras cosas fuera del grupo”, confiesa. “Conozco a Pat desde los nueve años. Tenemos una relación muy especial. Creo que no tengo nadie en mi vida con una relación tan particular como la que tengo con él. Es muy larga y no siempre podemos mantener el nivel de buen rollo. Es imposible”, añade.

Cuatro años después de aquella separación, el buen rollo ha vuelto a The Black Keys, la formación de Auerbach y Carney que surgió a principios de este siglo como una fascinante banda de exploración del blues-rock y que en 2011, con el álbum El Camino, se terminó convirtiendo en un gigante mediático. Un grupo que acaparaba todas las portadas de las revistas, llenaba todos los pabellones y era cabeza de cartel de todos los macrofestivales. Una historia de éxito, pero que acabó por explotarles en la cara.

En su última visita a España, en el Primavera Sound de 2015, Auerbach y Carney no se hablaban. De hecho, una entrevista para este periódico transcurrió con cada uno de ellos en camerinos separados y no se les podía preguntar nada sobre el otro ni por sus proyectos paralelos. Sus caras —como sus actuaciones, cada vez más frías y mecánicas— eran las de dos tipos que necesitaban dejarse de ver una larga temporada. “Demasiados conciertos, demasiadas ganas de regresar a casa y de estar a mi rollo en el estudio”, cuenta Auerbach al teléfono desde Nashville. “Eso sí, perdimos mucho dinero”, dice con una risotada.

Ya en 2019, The Black Keys vuelven a reír y lo retoman donde lo dejaron. Su regreso vuelve a ocupar todas las portadas y se espera que en el próximo año el grupo sea protagonista de una de las mayores giras internacionales. Pero, sobre todo, recuperan su mejor versión con la publicación del álbum Let’s Rock!. “No tengo ninguna presión. El primer sencillo fue muy bien, así que ya estoy tranquilo”, dice entre risas. “Estamos más felices que presionados por el regreso”. En el nuevo disco, el dúo vuelve a demostrar todo su talento y pegada para conjugar el blues adictivo y el rock acelerado. Toda una bomba en los oídos. “Nos encanta la música. Es lo más importante. Y volvemos a disfrutar. The Black Keys nunca fue un proyecto de escenario. Somos un grupo de estudio. Nacimos con esa idea. Amamos grabar álbumes”.

Grabado en el estudio de Aurbeach en Nashville, Let’s Rock! está llamado a ser uno de los mejores discos del año en la música norteamericana, a un nivel similar a El Camino, que supuso la culminación de su primoroso sonido. “Con el nuevo álbum, sentí que nuestras canciones de rock and roll tenían la misma energía”, explica el compositor y guitarrista del grupo. “Patrick es muy divertido. Tenemos una conexión musical muy sincera. Tocamos juntos desde los 16 años. No hace falta que estemos hablando para que conectemos en un estudio. No te puedo describir cómo funcionamos, pero es más sencillo de lo que la gente cree. En cualquier momento, en cualquier lugar, podemos conectar con la música. Es increíble pensar que hemos estado 18 años juntos como grupo. Me vuela la cabeza”.

The Black Keys comenzó su carrera grabando en 2001 en un sótano de Ohio y mandando una maqueta a la discográfica con un mensaje clarividente: “Somos jóvenes, inocentes y tenemos hambre de carretera”. A sus 41 años, dice Aurbeach que, si bien ya no es tan joven ni tan inocente, sigue teniendo la misma hambre. Fuera del “proyecto Black Keys”, se ha metido en otros muchos. Disfruta “mucho” haciendo sus discos en solitario, como el delicioso Wainting on a Song y poniéndose a los mandos de la producción en su estudio de Nashville, uno de los más concurridos de la ciudad del sonido. “He disfrutado mucho en mi labor como productor con Yola, Bombino, Dee White, Nikki Lane o Dr. John. Cada día es un nuevo reto. Me siento muy afortunado de haber trabajado con esta gente. Es una experiencia diferente”.

Con Dr. John, fallecido el pasado 6 de junio, grabó en 2012 Locked Down, donde consiguió captar con un toque de contemporaneidad la esencia criolla del prodigioso pianista de Nueva Orleans. “Dr. John cambió mi vida. Probablemente, lo hizo incluso antes de conocerle. Fue a través de sus discos, pero lo supe cuando ya le conocí. Nunca he visto un músico como él. Era jodidamente fantástico. Me voló la cabeza. Absolutamente. Me la voló. Era un ser raro y bello en este mundo”. Como se puede comprobar en la música de The Black Keys, Aurbeach es un auténtico amante de los sonidos añejos, un rastreador imparable de la mitología de la música de raíces. “Dr. John era un producto completo de Nueva Orleans. Al 100%. En cuerpo y en espíritu. Es como Link Wray para entender el rock and roll más real. Chrissie Hynde me dijo lo mismo. Yo he nacido en Ohio y, aunque ame con todas mis fuerzas la música de Nueva Orleans, no tengo lo que hay que tener para transmitir al 100% esa ciudad en mis canciones. Dr. John lo hacía con solo moverse. The Black Keys intentaremos seguir su tradición, pero no será la original. Creo que es importante al menos intentarlo y quererlo como nosotros lo queremos”.

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