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Madrid, capital de la memoria

Más de 1.500 especialistas se reúnen en el mayor congreso celebrado en el mundo sobre la gestión del pasado traumático, de la guerra de los Balcanes a Ruanda o el exilio republicano

Madrid es esta semana la capital mundial de la memoria histórica. Más de 1.500 especialistas en la materia de 45 países se han citado para tratar la gestión del recuerdo traumático de conflictos como el de los Balcanes o Vietnam en una cita sin precedentes que se desarrolla en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense. La tercera —y más multitudinaria— conferencia anual de la Asociación de Estudios de la Memoria se desarrollará hasta el viernes en España, en plena conmemoración del 80º aniversario del final de la Guerra Civil y en una ciudad donde tanto el partido recién llegado al poder municipal, el PP, como uno de sus aliados, la formación ultraderechista Vox, pretenden derribar las políticas desarrolladas en torno a la memoria histórica. “Son unos carcas que están todo el día con la guerra del abuelo, con la fosa de no sé quién”, declaró Pablo Casado al poco de llegar a la presidencia popular.

“Para entender bien el debate de la memoria histórica en España hay que ponerlo cara a cara con lo que ha ocurrido en Bosnia, en China, en Argentina o Guatemala”, opina Francisco Ferrándiz, antropólogo del CSIC, miembro del comité de expertos a los que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero encargó un informe para reinventar el Valle de los Caídos y quien forma parte del comité organizador del congreso. “A veces, en España parece que vivimos una excepcionalidad en el tema de la memoria, pero al mirar la memoria comparativa nos damos cuenta de que, si bien varían las víctimas, o el contexto, el proceso es muchas veces similar”, añade.

Jeffrey Olick, profesor de la Universidad de Virginia y copresidente de la Asociación de Estudios de la Memoria (MSA, por sus siglas en inglés), relata cómo, por su trabajo, suele viajar a muchos países que han vivido pasados traumáticos en los que escucha siempre una frase parecida. “En Estonia, en Japón, en cualquier país de Europa… Siempre me decían lo mismo al terminar una conferencia: ‘Sí, pero… aquí es diferente. A la enésima vez que me lo dijeron respondí que no lo eran tanto”. La MSA surgió precisamente con el propósito de compartir experiencias entre países y disciplinas académicas. “Era 2016 y los estudiosos de la memoria no teníamos lugares donde juntarnos y debatir así que decidimos hacer un encuentro en Ámsterdam, al que pensamos que acudirían unas 50 personas”. Acudieron 200.

El pasado español protagonizará muchos de los debates en un lugar que tiene sus propios ecos dolorosos: la facultad que sirve de sede a la cita se hallaba en pleno frente durante la batalla de Madrid en la Guerra Civil —“muchos de los edificios de la Complutense aún tienen agujeros de bala en las paredes”, recuerda Ferrándiz—. En las mesas se escucharán debates sobre las políticas de la memoria desarrolladas en las últimas dos décadas, el recuerdo de la contienda, del exilio —también habrá una sesión especial dedicada a este asunro—, de la Transición y los conflictos más recientes, como las secuelas que ha dejado el terrorismo de ETA.

Pero el casi inabarcable programa del congreso, con 1.300 ponencias, va mucho allá. En lo territorial, las temáticas abarcan las memorias traumáticas que van desde la II Guerra Mundial y el Holocausto a la guerra de los Balcanes; desde los conflictos bélicos de Vietnam, Camboya y Argelia hasta las dictaduras de América Latina y el genocidio de tutsis en Ruanda, del que se cumplen 25 años.

En lo temático, se discutirá, entre otras muchas cuestiones, sobre la memoria de los exilios, de la descolonización de África, de las consecuencias de décadas de socialismo soviético en la Europa del Este, de los movimientos sociales, de los crecientes desastres climáticos (con conceptos como la ecomemoria y el ecotrauma), y de cómo las tecnologías están cambiando a toda velocidad la manera en la que individuos y sociedades recuerdan.

Porque es esto último, en definitiva, lo que tratan de explicar los estudios sobre memoria: qué recuerdan las sociedades y qué deciden olvidar, a través de qué mecanismos culturales, de qué símbolos y de qué herramientas (celebraciones, museos, monumentos, archivos, obras de arte, teatro, literatura…) y cómo conforma todo eso las identidades colectivas. Se trata de un campo que involucra la psicología, la sociología, la historia, las ciencias políticas, la antropología, la arqueología, la filosofía, la literatura… y cuya importancia y buena salud se demuestra estos días en Madrid.

En el segundo encuentro de la Asociación de estudios de la memoria, celebrada en Copenhague en 2017, acudieron ya unos 400; y ahora, en la tercera, la cifra se ha multiplicado por cuatro. Entre los nombres propios que van a participar, destaca el de la historiadora Aleida Assman, considerada la gran experta de la memoria en Alemania y creadora del concepto “memoria cultural”. Fue la encargada de ofrecer este martes la conferencia inaugural del congreso, que abrió con contundencia: “En Europa, la Segunda Guerra Mundial no ha terminado y España es un claro ejemplo de la polarización que todavía se vive”.

Jenny Wustenberg, investigadora de la Universidad de Nottingham-Trent, asegura que “el campo de los estudios de memoria es cada vez más grande porque la memoria se ha politizado: por un lado, el populismo usa el pasado para enardecer sus discursos; por otro, la democracia acude al pasado para resistir contra esa ofensiva”, señala Wustenberg.

En el congreso intervendrán reputados expertos, como el académico y escritor, Viet Thanh Nguyen, quien ganó el premio Pulitzer de 2016; la profesora y creadora del concepto de “posmemoria” Marianne Hirsch; la socióloga y especialista en estudios sobre represión y memoria en el Cono Sur Elizabeth Jelin; el ex director general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza, o el forense Francisco Etxeberria, que ha abierto más de un centenar de fosas comunes del franquismo desde 2000 y que también cuenta con una amplia experiencia internacional en países de pasados traumáticos como Chile.

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