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“Los vigilantes dispararon a los compañeros que intentaban huir”

Refugiados del centro bombardeado en Trípoli aseguran que sus guardianes alcanzaron con balas a migrantes que pretendían escapar durante el ataque aéreo

La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) visitó el miércoles el centro de detención de Tayura (situado a 15 kilómetros al este de Trípoli) donde murieron esta semana al menos 44 emigrantes y refugiados bajo el fuego de la aviación. El equipo de la agencia recogió testimonios inquietantes. Niels Scott, responsable de OCHA en Libia, asegura que algunos sobrevivientes contaron que los guardianes dispararon contra migrantes y refugiados cuando trataban de escapar.

Este diario contactó con dos refugiados que exigieron el anonimato y confirmaron la versión de OCHA. “La primera bomba cayó en el taller de reparaciones”, comentó uno de los consultados. “Ahí se reparan los vehículos destruidos y también lavamos proyectiles. En el obrador no hubo heridos. Pero muchos migrantes y refugiados que se encontraban en el hangar que después fue alcanzado por las bombas quisieron escapar por una ventana. Entonces los vigilantes comenzaron a dispararles. Alcanzaron al menos a dos compañeros”.

“Varios minutos después”, continúa la misma fuente, “una segunda bomba cayó en la nave. Los cadáveres de los que habían sido alcanzados por las balas se los llevaron en vehículos militares, antes de que llegaran las ambulancias. Dicen que han muerto 44 personas, pero yo conté al menos 60. Y creo que habrán muerto por lo menos 80”.

El segundo emigrante declaró a este periódico una versión que concuerda con la anterior, aunque asume que no fue testigo presencial y que solo reproduce la versión que le contaron terceras personas: “Antes del bombardeo del hangar, la gente intentó escapar. Yo me encontraba fuera del edificio, pero me contaron que dispararon contra ellos antes de que cayera la segunda bomba”.

La misma fuente señala: “Tras el bombardeo reuní a un grupo de refugiados y nos fuimos hacia una arboleda. Algunos de los que venían detrás de nosotros oyeron tiros y decían: ‘Gamisse, gamisse’. Eso quiere decir, ‘sentaos, sentaos”.

Este diario intentó obtener sin éxito la versión del Gobierno de Unidad Nacional, cuyo primer ministro, Fayed el Serraj, está reconocido por la ONU. La oficina asignada en Libia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) también envió un equipo al centro y no constató en ninguna entrevista que los vigilantes disparasen contra los detenidos. La ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) envió otro equipo a Tayura y fue consultada por este diario, pero no emitió ninguna declaración.

El segundo emigrante contactado indicó que la mayoría de los sobrevivientes que se encontraban en el hangar bombardeado, es decir, los principales testigos, han salido del centro de Tayura. “En el interior del hangar había sobre todo nigerianos. También había sudaneses, marroquíes, unos siete u ocho, argelinos y mauritanos”, señaló. La agencia oficial de Marruecos MAP informó el miércoles por la tarde de que entre los heridos por el bombardeo en Libia se encontraban seis marroquíes.

En el complejo militar de Tayura hay un hangar reservado para las mujeres migrantes y refugiadas, juntos a sus hijos. Esta nave no fue alcanzada por las bombas y ninguna fuente consultada indicó que entre las víctimas se encontraran mujeres o niños.

Durante la visita que efectuó este diario el martes 25 de junio a Tayura, el director del centro, Nureldín El Gritli, negó que se practicara ningún tipo de violencia contra los detenidos. Cuando se le preguntó si alguna vez hubo intentos de fuga declaró que en muy pocas ocasiones. “Y hemos dado órdenes para que no les disparen”, añadió.

Dos días después del bombardeo, la situación de los sobrevivientes sigue siendo la incertidumbre. Algunos esperan que la tragedia sobrevenida les sirva para ser acogidos en Europa o Canadá. De momento, se encuentran a la intemperie. “Los vigilantes nos han dicho que esta noche podemos pasarla en otro hangar, pero nosotros no queremos meternos en otro. Si lo hacen, será por la fuerza”, señaló el primer consultado, antes de concluir: “Estoy en peligro y tengo miedo. Arriesgo mi vida con esta información”.

El segundo refugiado mostró mediante videoconferencia el lugar en el que se encuentran. El jueves por la tarde los migrantes aparecían recostados en colchonetas y mantas a la sombra de un edificio. Otros se cobijaban bajo un árbol. No había nada que hacer salvo esperar. Les intrigaba el hecho de que desde por la mañana habían llegado dos autobuses a Tayura.

Muchos de los migrantes y refugiados llevan presos entre uno y dos años. La mayoría fueron detenidos en pleno mar, cuando intentaban llegar a Europa desde las costas libias. En Libia está considerado un delito la entrada o salida irregular en el territorio. En el país, hay 5.695 refugiados y migrantes encerrados en 25 centros de detención como el de Tayura.

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