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Los secretos en 3D del galeón ‘San José’ salen a flote

El Gobierno de Colombia aplaza tres meses la adjudicación de las labores de rescate del barco español hundido en 1708

El Gobierno de Colombia retrasó hoy tres meses la adjudicación a una empresa privada de las labores de extracción de los restos del galeón español San José (hundido el 8 de junio de 1708 por la flota británica y cargado de innumerables riquezas). El Ejecutivo de Iván Duque tiene dudas legales sobre el procedimiento, por lo que pedirá la opinión del Consejo de Estado. EL PAÍS hace públicas las imágenes en 3D de lo que la sociedad Maritime Archaeology Consultans (MAC) ha detectado a casi 600 metros de profundidad frente a las costas de Cartagena de Indias.

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Se trata de un pecio de más de 35 metros de eslora (originalmente tenía más de 40), del que sobresalen decenas de cañones de bronce y cientos de piezas de cerámica del periodo k’ang-Hsi (Dinastía Quing), si bien es posible que el barco cargase también casi 200 toneladas de oro en monedas y barras, además de miles de escudos, ya que había sido estibado en Portobelo (Panamá) con cargamentos procedentes de las minas de Perú. Las primeras prospecciones no han permitido revelar las causas del hundimiento, pero los historiadores consideran que el motivo más probable sea una explosión dentro de la nave.

La localización del galeón se produjo en 2015 gracias al cruce de datos obtenidos en diversos archivos españoles, británicos y norteamericanos. Roger E. Dooley, responsable del proyecto de búsqueda y presidente de MAC, halló una carta que le dio la clave de la ubicación. Se trataba de una misiva que el gobernador de Cartagena (ciudad sitiada por los ingleses) envió a España, utilizando para sortear el bloqueo una pequeña embarcación que alcanzó Santiago de Cuba. En ella se daba cuenta del ataque británico a la Armada de Tierra Firme —tres galeones, dos fragatas, una urca y 10 mercantes— en las proximidades de la isla de Barú. “No se sabe por qué se hundió [el San José], porque volado no fue, quizás por su mala carena o producto de los estruendos de la artillería fueron las causas”, escribió el gobernador.

La batalla de Barú (del 8 al 9 de junio de 1708) entre la flota británica (capitaneada por el almirante Charles Wager) y la española (al mando del capitán general José Fernández de Santillán) se saldó con la derrota de los barcos de Felipe V y el hundimiento entre otros del San José, después de enfrentarse con el Expedition. Una enorme deflagración llevó a pique al barco español y dañó al británico al encontrarse muy cerca.

Las labores de prospección por parte de MAC, que fueron aprobadas en 2015 por el Ministerio de Cultura colombiano, y supervisadas por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICAHN), se han llevado a cabo gracias al rastreo del Archivo General de Indias (Sevilla), del de Simancas (Valladolid), del Histórico Nacional, de la Biblioteca Nacional de España, de la Biblioteca Británica, del Museo Naval (Madrid) y de la Biblioteca del Congreso (EE. UU.).

En esta última, Doodley halló un plano inédito de Cartagena de Indias realizado en 1729. En él se detallaba la toponimia histórica de la costa, que no se corresponde exactamente con la actual. Entre las novedades obtenidas, la existencia de un bajo llamado El Almirante (actualmente denominado Tortuguilla), que hace clara referencia a cómo los españoles llamaban al comodoro Charles Wage. Con todos estos datos, y el hallazgo de los derroteros náuticos en el Caribe relatados por Alonso Barroso en 1689, Doodley reconstruyó la travesía de la capitana y determinó su ubicación.

Localizado el lugar envió un sonar de alta y baja frecuencia montado sobre un vehículo subacuático (AUV) para llevar a cabo el registro fotográfico. El 26 de diciembre de 2015 descubrió “una anomalía de carácter antrópico” y comenzó a fotografiar. Las imágenes de piezas de vidrio y cerámica, así como 62 cañones de bronce, empezaron a ser transmitidas al barco oceanográfico ARC Malpelo. El armamento hallado presenta culatas planas con delfines en forma de asa. El barco, que fue botado en Usurbil (ría de Orio, Gipuzkoa), fue artillado inicialmente con 46 cañones, aunque en Cádiz se le dio mayor manga y se aumentaron sus defensas hasta 64 piezas.

Para establecer un plan de excavación la empresa noruega Swire Seabed envió a las profundidades dos robots submarinos (ROV) de 3,7 toneladas y 2,5 metros de longitud que pueden descender a casi 3.000 metros, transportar 200 kilos de carga y taladrar el subsuelo marino para extraer muestras. En total se registraron 4.782 imágenes de sonar, 102.624 fotografías subacuáticas y 554 vídeos cortos.

Pero el  Gobierno colombiano, en una nota emitida hoy, sostiene que «teniendo en cuenta los distintos estudios sobre la posible existencia de múltiples naufragios [en la zona] que hacen parte del patrimonio arqueológico sumergido, respecto de algunos de los cuales se han radicado solicitudes, resulta necesario establecer unas bases jurídicas claras que igualmente fijen un derrotero en el marco de una política pública relacionada con los hallazgos».

España siempre ha reclamado formar parte de ese proceso, ya que se trata de un barco militar con inmunidad bajo la convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Mar. Colombia nunca firmó este tratado y sus tribunales fallaron en febrero de 2018 que le pertenece por estar en aguas territoriales de este país.

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