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El Rijksmuseum de Ámsterdam planea devolver arte robado en la era colonial a Sri Lanka e Indonesia

El debate sobre el retorno de obras saqueadas alcanza a museos en Francia, Reino Unido y Alemania

El Rijksmuseum de Ámsterdam abrirá este mes una investigación sobre las piezas de su colección procedentes de Sri Lanka e Indonesia para saber cuáles fueron robadas o saqueadas en la era colonial y deben ser retornadas a ambos países. El tratamiento es similar al aplicado al arte arrebatado por los nazis a los judíos durante la II Guerra Mundial, y la sala holandesa no está sola en su empeño. Emmanuel Macron, el presidente francés, se ha propuesto iniciar, en los próximos cinco años, la restitución, o cesión a largo plazo, de los objetos artísticos así traídos de África presentes en los museos nacionales. En el Reino Unido y Alemania, se debate sobre si estas obras pueden seguir expuestas en grandes centros como el British Museum, en Londres, y el futuro Humboldt Forum, de Berlín, o bien tienen que regresar al continente de origen.

La discusión está abierta, y sobre la misma planea la posibilidad de que el destino final de estas colecciones dependa más de un acuerdo internacional que de decisiones nacionales. Restituir no es lo mismo que custodiar o compartir un legado artístico, por ejemplo con exposiciones frecuentes y por tiempo indefinido. Y hay otros problemas. ¿A quién se retornan las obras? ¿Al país surgido de la descolonización, la comunidad de las que salieron, si todavía existe, el descendiente de un propietario? Y, ¿cómo quedarían las colecciones europeas después? Hartmut Dorgerloh, director del Humboldt Forum, que estará terminado a finales de 2019, y reúne el Museo Etnológico y el del Arte de Asia, propone un esfuerzo conjunto. “Tenemos la obligación de presentar los objetos coloniales contando su historia y procedencia, y es preciso trabajar para ello con las comunidades originarias, expertos internacionales y el público”, afirma, en una entrevista publicada por The Art Newspaper.

Taco Dibbits, director del Rijksmuseum, no es ajeno a la dificultad de abordar el pasado colonial, pero considera “una vergüenza que Holanda solo se preocupe ahora de este legado artístico; debería haberlo hecho mucho antes”. Lo ha repetido desde su toma de posesión, en 2016, porque la sala tiene en conjunto unos 4.000 de estos objetos. Aunque no todos fueron sustraídos por la fuerza o con engaños, la devolución de los que llegaron a Holanda de este modo encaja en su aspiración de convertir el centro en la casa de todos los ciudadanos. “Investigaremos junto con las autoridades de Sri Lanka e Indonesia la procedencia y condiciones del traslado a la antigua metrópoli de una lista de piezas [un millar procedentes de ambos lugares]”, señalaban este martes sus portavoces, en conversación telefónica.

Entre los candidatos al retorno figura un cañón de bronce, plata y rubíes del reino de Kandy, de Sri Lanka, que se prolongó entre 1500 y 1800. Fue tomado como botín tras una campaña militar en 1765. También aparece el diamante Banjarmasin, que fue propiedad del sultán de Panembahan Adam, de Borneo, colonizado por los holandeses en 1856. “La colección del Rijksmuseum es propiedad del Estado, y la decisión final compete al ministerio de Cultura. Por eso hay que investigar a fondo dentro y fuera de Holanda”, añaden las mismas fuentes.

En 2017, durante una visita a Argelia, Macron calificó el periodo colonial de “crimen contra la humanidad”. Ese mismo año, en Uagadugú, capital de Burkina Faso, aseguró que una de sus prioridades sería «exponer en París, y también en Dakar o Lagos el arte africano que no puede estar solo en museos o colecciones privadas europeas”. El informe que encargó al respecto concluyó que todo lo que no hubiera sido llevado a Europa de forma legítima durante el periodo colonial “debe regresar a África para siempre, no como una cesión a largo plazo”. Según el estudio, elaborado por Felwine Sarr, economista y escritor senegalés, y Bénédicte Savoy, historiadora gala del arte, “hasta un 90% del patrimonio cultural africano está fuera del continente”. La tarea es ingente y delicada para todos, y el British Museum, dueño de un extenso repertorio de obras que superan con creces el legado colonial africano, ha añadido aun otro factor: la dificultad de posibles devoluciones por falta de garantías sobre su seguridad posterior en el país receptor.

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