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El PP da marcha atrás y rompe el consenso en la cultura

El Congreso aprueba la Ley de Propiedad Intelectual con la unión de todos los grupos, menos el de los populares, que han votado en contra

Era una mañana para celebrar, con homenajes y despedidas, con altos discursos y palabras rotundas a favor de los beneficios sociales de la protección de la creatividad y de la cultura del parlamentarismo para legislarlos. Después de cuatro años de tortazos, pactos y unanimidad, se ha aprobado la Ley de Propiedad Intelectual. Era el día previsto para aplaudir la unidad de la política que rema a favor de los derechos de los creadores. Y entonces, en pleno rodaje de la escena final de la película, un discurso fuera de tono por la mañana hizo saltar por los aires la paz, ante la sorpresa y la indignación de los presentes.

Ya en la votación de la tarde, el PP decidió cambiar el sentido de su voto, de manera inesperada, y rechazar las ocho enmiendas menores que faltaban por aprobar, en el periplo de una norma que ha cruzado los intereses partidistas gracias al empeño de cuatro diputados que superaron las diferencias de sus siglas, para sacar adelante una ley que «favorece el acceso a la cultura y los derechos de los creadores». Con esta decisión, el PP se ha opuesto a todo lo que apoyaron en el Senado, en la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados e, incluso, a sus propias enmiendas.

Hasta esta mañana la unidad parlamentaria en favor de un objetivo común había sido un ejemplo para acabar con la política consagrada a la pelea profesional. Marta Rivera de la Cruz (Ciudadanos), Eduardo Maura (Podemos), José Andrés Torres Mora (PSOE) y Emilio del Río (PP) han cerrado un hito que pasará a los anales de la democracia. Pero el partido de Del Río decidió que él no hablaría, que todos estos meses de trabajo, horas y horas negociando para sacar adelante el trabajo, no merecían un reconocimiento a su cordialidad y al diálogo del grupo.

El PP ha demostrado que el consenso es un espejismo —quizás para avanzar lo que se viene— al sacar a la palestra a María José García-Pelayo, secretaria de Cultura y Turismo de su partido, que ha dinamitado, con su abrupta entrada en escena, la firma unánime de meses de trabajo: “En ocho meses de Gobierno, el PSOE ha abocado nuestra cultura a una legislatura fallida”, resumió la política, que no ha tomado partido en esta reforma de la propiedad intelectual.

A la gresca

“No han sabido aprovechar la inercia de la gestión positiva del PP”, añadió para acusar al ministro de Cultura de ser incapaz por no haber puesto en marcha una ley de mecenazgo en estos meses. Olvidó que su partido tuvo dos legislaturas para hacerlo y cerró su ciclo sin ponerla en marcha. También culpó al Gobierno de Sánchez de empezar con mal pie en la cultura por el nombramiento de Màxim Huerta y acabar con el error de pedir a la Audiencia Nacional intervenir en la SGAE. 

A la salida, decepción entre todos los componentes del grupo de los cuatro diputados que han salvado sus diferencias partidistas e ideológicas desde 2017, para cerrar un Estatuto del Artista y una Ley (casi) adaptada a 2019. En los pasillos, caras largas por comprobar cómo la lealtad a unas siglas han impedido celebrar con calma que, por primera vez en dos legislaturas y en plena crispación, se ha conquistado un hito democrático, gracias al noble arte de la educación parlamentaria.

Cultivar el consenso

Meses atrás fue el PP quien había puesto en peligro la ley, como ha recodado en la Cámara Baja el representante del PNV Joseba Agirretxea Urresti: “Estuvimos en riesgo de que este proyecto se convirtiera en algo que no queríamos y muchos grupos nos conjuramos para que no fuera así”, ha explicado. Quiso aclarar que la Propiedad Intelectual es un asunto que toca los intereses de muchas partes y la de los autores es la más débil. Y tuvo un reconocimiento para los cuatro actores de la ley, entre ellos, Marta Rivera de la Cruz, que arrancó su discurso final declarando que habían “cultivado el consenso para buscar soluciones”.

“En cierta forma la cultura no interesa a nadie, pero en esta legislatura la Comisión de Cultura ha trabajado por el parlamentarismo. El trabajo es lo más parecido a un pacto de Estado por la cultura. Tenemos motivos para sentirnos orgullosos del modo de proceder de la Comisión y podemos decir: misión cumplida”, dijo la presidenta de dicha comisión unos minutos antes del petardazo del PP.

Rivera de la Cruz también explicó que con la ley que entrará en vigor este viernes, tras ser publicada en el BOE, se establecerán garantías de control y transparencia en las entidades de gestión “Es un paso decisivo para frenar “la rueda”, que estaba alterando el reparto de los derechos de los creadores”, dijo, además de señalar “la lucha contra la piratería”. En este punto es en el que chocaron con Podemos, que rechaza las enmiendas al artículo 195 aprobadas, y punto que Eduardo Maura se encargó de subrayar en la que era su última intervención parlamentaria, ya que la próxima legislatura no estará con Podemos.

Cultura sostenible

Maura ha asegurado que esta reforma es el resultado de un proceso arduo con una convicción: “La cultura debe ser sostenible. Cuanto más sostenible, más diversa y cuanto más diversa, más sostenible”, ha dicho antes de pedir una reforma integral de la ley para el futuro. Ha sido el más duro contra las malas prácticas de la SGAE y no ha dudado en señalar a la presidencia, manchada por “la rueda”. “Es ineficiente y privativa, es un falseamiento de la diversidad cultural y solo es un negocio para unos pocos. La música debería estar en prime time de RTVE”, añadió. Acabar con la rueda de la música de madrugada no ha sido fácil, como ha puntualizado: “No negaré que lo hemos pasado muy mal, pero me parece justo reconocer la dureza del proceso”.

El portavoz de Cultura de Podemos ha dejado un mensaje para los que vengan en la próxima legislatura: “Les voy a pedir que peleen por una manera de hacer política de alguna manera descontaminada, porque los enemigos de la democracia en ese terreno de juego tienen mucho menos que ganar”. Algo parecido ha reclamado el representante socialista. El discurso de José Andrés Torres Mora también ha sonado a despedida orgullosa: “Lo que hoy aprobamos no es la imposición de ningún Gobierno, sino el acuerdo de todos los grupos políticos. No ha sido una tarea fácil”.

El veterano político de la retórica tañida de citas y paciencia ha asegurado que hay poderosos sectores que están “dispuestos en gastar más dinero en abogados para no pagar derechos de autores de lo que les costaría pagar esos derechos”. Ha reconocido haber visto en estos años la avaricia del ser humano llevar a menoscabar los derechos de los creadores, empobrecer a los artistas y perjudicar a la cultura española. Para quien quiera tomar apunte tiene una receta contra los extremismos que se avecinan: “El conocimiento es caro, pero hay que invertir en nuestra democracia”.

El ministro José Guirao ha tomado la palabra en último lugar, desde la bancada, para poner final a las intervenciones. Antes de afear la actitud y las palabras del PP, ha justificado su decisión de intervención en la SGAE y alabado el espíritu de concordia del trabajo de la Comisión, con esta frase: “El acuerdo da buenos frutos”.

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