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El humor de ala ancha que recorrió Europa

Una exposición recupera la figura del dibujante Andrés Martínez de León, creador de Oselito, personaje que habitó las mejores páginas de la prensa española del siglo XX

De su nacimiento en Sevilla, el ilustrador y pintor Andrés Martínez de León (Coria del Río, 1895 – Madrid 1978) conservó siempre su acento andaluz prendido en la ortografía fonética con que adornaba sus escritos y, sobre todo, un personaje que fue para siempre el alma de sus viñetas y trasunto del autor: Oselito –trazo suelto en plumilla, sombrero de ala ancha, pajarita y chaquetilla corta–, el prototipo de andaluz de hondo gracejo, poseedor de una sabiduría popular y un compromiso político que lo entronca directamente con el Senequismo.

El resto es la historia de un dibujante que consiguió hacer de sus gustos y humor locales –la fiesta de los toros, el acento andaluz, su pasión por el Betis– un tema universal por el que rivalizaban los mejores rotativos nacionales y que llegó a dejar su impronta en Rusia: «En los años previos y durante la Guerra Civil, Oselito era más famoso que Micky Mouse». Lo asegura Sara González, comisaria de la primera gran exposición antológica sobre su obra, que puede verse hasta el 31 de julio en el Museo de la Autonomía Andaluza, ubicado en Coria del Río, su localidad natal, y que repasa la peripecia vital y la singularísima obra de este ilustrador condenado a muerte en los primeros años de Dictadura, pero que recibió finalmente el indulto que Franco otorgaba en Navidad a los condenados por delitos sin sangre.

Su obra comienza siendo más clara y luminosa, y Oselito un personaje blanco surgido de su afición taurina (su nombre es un claro homenaje a Joselito El Gallo), que aparece por primera vez en una viñeta en 1918. No obstante, con la irrupción de la Guerra Civil, el dibujante convierte a su protagonista en miliciano. «Martínez de León fue un artista marcado por el sentido del humor, pero en la Guerra lo pierde y deja la sátira para entregarse al compromiso con la causa republicana», asegura la comisaria. Sin embargo, en el anecdotario encontramos signos de lo contrario, de su humor infatigable, del que queda como testimonio la carta que el poeta Miguel Hernández envía a Josefina Manresa en junio de 1937 desde el Frente de Extremadura: «Oselito está aquí y es él quien hace que de pronto suelte yo la risa a borbotones».

Era frecuente confundir a autor y personaje, como hace en su misiva el poeta de Orihuela: «Martínez de León fue un hombre tímido y Oselito era su alter ego, su lado más gamberro y parte indispensable de su obra, que lo acompañó hasta el final de sus días en un viaje que atraviesa todo el siglo XX español y que recorre la Monarquía, la República, la Guerra Civil y la Dictadura», explica González, que comisaría la exposición junto con Antonio Bizcocho. Para este último, la muestra «pone el foco en la relación entre el creador y el producto, entre la realidad y la ficción, un binomio en el que el límite a veces no está definido y en el que la imagen proyectada sobrepasa al propio artista».

Oselito, fue, sin duda, lo más demandado de Martínez de León en los periódicos de todo el país. Afincado ya en la capital de España, el ilustrador fue colaborador habitual de El Heraldo de Madrid, El Sol, La Voz y, finalmente, El Liberal. «Allí triunfaba con sus viñetas de escenas típicas sevillanas», rememora la comisaria. Tanto éxito alcanzó que La Voz lo destina como enviado especial a Rusia en 1935 para realizar la crónica ilustrada los fastos del XVIII Aniversario de la Revolución Bolchevique. El resultado fue la publicación Oselito en Rusia editada en 1936, donde Martínez de León no renuncia a dotar sus textos de la peculiar fonética trianera, ni a las características fundamentales de su personaje, como su sombrero cordobés ladeado y la fina estampa que emulaba la figura de Joselito El Gallo.

«Fue uno de los autores más plagiados de la época», asegura González, que repasa cómo este sevillano paseó su impronta por todo el territorio nacional: «Sus viñetas aparecían en la prensa regional gallega, y en Valencia fue el cartelista de sus fiestas», continúa la comisaria, que valora de Martínez de León «su destreza en el dibujo y el genio con la plumilla, donde más brilla». Un hito particularmente importante fue la realización del cartel de los Sanfermines en 1959, obra que se hizo tan popular que fue rescatada, ese mismo año, como imagen de la Vuelta Ciclista a España.

Y, cómo no, su gran legado a la posteridad deportiva: en 1958 recibe el encargo de narrar e ilustrar la historia del Real Betis Balompié con motivo del quincuagésimo aniversario del club. El resultado fue una publicación escrita con el humor característico de Oselito, donde el personaje exclama la consigna que, a día de hoy, sigue siendo el grito de guerra de la afición: «¡Viva el Betis manque pierda!».

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