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El exdueño de la villa de Noheda reclama 49 millones ante el Supremo

El Tribunal Superior de Castilla-La Mancha respaldó en 2018 la expropiación del suelo rústico por 7.500 euros, pero dejó en el aire la valoración del yacimiento romano

La cuestión es tan complicada que el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha falló el pasado 28 de diciembre de 2018: “No resulta procedente la condena en costas a las partes demandadas pues el asunto presenta serias dudas de Derecho”. O dicho de otra manera, no está claro si se puede fijar un precio del mosaico figurativo romano más grande del mundo encontrado en el pequeño municipio de Villar de Domingo García (Cuenca), si hay que indemnizar al dueño del terreno al tratarse de un Bien de Interés Cultural o si la compensación económica le correspondería al propietario de la finca o al conductor de la retroexcavadora que lo sacó a la luz en los años ochenta.

Será el Tribunal Supremo, ante el que ha recurrido el antiguo dueño de la finca, José Luis Lledó, el que deberá aclarar estas dudas jurídicas. Lledó, que fue expropiado por el Ayuntamiento en 2013, reclama 48,9 millones de euros por el valor del yacimiento romano. Una comisión académica lo valoró en 2014 en seis millones, mientras que el municipio ofreció 7.500 euros por las cinco hectáreas de suelo rústico.

A finales de 2018, el Tribunal Superior de Justicia dio la razón al municipio de 218 habitantes. Consideró que la expropiación había sido correcta y que si el exdueño exigía una compensación debía dirigirse a la Junta de Castilla-La Mancha. La ley establece que el descubridor y el dueño de las tierras pueden repartirse lo que se denomina “premio”, es decir, el 50% del valor de lo encontrado. Pero también obliga a notificar los hallazgos arqueológicos a la administración pública con rapidez, mientras que en este caso no se realiza hasta casi dos décadas después.

La Ley de Patrimonio Histórico establece en su artículo 44 que “el descubridor deberá comunicar a la Administración competente su descubrimiento en el plazo máximo de 30 días e inmediatamente cuando se trate de hallazgos casuales”. Tanto el alcalde Villar de Domingo García, Javier Parrillas, como el jefe de servicio de Patrimonio de la Junta, Ramón Villa, sostienen que al no haber avisado en el plazo que marca la ley, no les correspondería el “premio”.

Para entender esta historia hay que remontarse al siglo IV. En aquel momento, un hombre inmensamente rico crea una hacienda rural de 80 kilómetros cuadrados con edificaciones que ocupan 10 hectáreas. Trae los mejores materiales del mundo conocido para decorar las estancias y ordena diseñar un gigantesco mosaico figurativo, que los expertos consideran que es el más grande del Imperio romano: 291 metros cuadrados de teselas elaboradas con los mármoles y piedras más preciados. Y puede haber más.

El paso del tiempo convirtió el espectacular complejo residencial y agrario en un yacimiento arqueológico. Entre 1985 y 1986, la familia propietaria —seguía siendo una productiva finca igual que 1.700 años antes— advierte de que las tierras no absorben el agua de lluvia: todo se convertía con los aguaceros en un barrizal. Deciden abrir entonces “encañados”, conductos, para que el agua discurra pendiente abajo. Una retroexcavadora rasga el terreno y se topa con el mosaico, el mismo que no permitía que las lluvias se filtrasen. Los trabajadores avisan al encargado y este, a los propietarios.

Pero estos, en vez de dar parte a las autoridades, tapan el yacimiento. “No estaba claro quien tenía en aquel momento las competencias de Patrimonio porque se estaba creando la Junta de Castilla-La Mancha. Así que lo dejamos allí”, admite José Luis Lledó. Hasta que el reconocido arqueólogo Dimas Fernández-Galiano, llevado por los dueños al yacimiento, determina que es “tardorromano”. “Abrimos 60 u 80 metros cuadrados y descubrimos la figura de Helena [de Troya]. Galiano nos recomendó taparlo y esperar a ver qué órgano administrativo se quedaba con las competencias”, asegura Lledó, que en 2007 escribió un libro titulado Mosaico romano de Noheda (Cuenca).

No fue hasta 2004 cuando las autoridades fueron conscientes del hallazgo. Ramón Villa, jefe de servicio de Patrimonio de la Junta, da su versión: “Lo encontraron y no hicieron nada. Se callaron. Es cierto que durante más de 20 años pararon la actividad agrícola en la finca, por lo que ha llegado hasta nosotros en buen estado, esto hay que reconocerlo, pero no dieron el aviso a que obliga la ley”. Y añade: “Lo que hicieron fue traer a Fernández-Galiano para excavar. Ellos sabían desde el principio dónde estaba el mosaico, porque a la primera prospección hicieron pleno. Iban a tiro hecho”.

Lledó explica que la finca era familiar y fruto de una herencia junto a sus hermanos. Hasta que no pasó a sus manos —le tocó en el reparto— no pudo hacer nada. “Propuse crear una fundación para que fuera visitable y protegerla, pero nunca me lo aceptaron. En el pueblo se dice que hubo gente que aparecía con detectores metales y que hasta un pastor encontró un collar de oro, así como numerosas monedas que han salido a subasta”.

Javier Parrillas, diputado autonómico del PP y alcalde Villar de Domingo García, ofrece una versión distinta. “Lo encontraron en los ochenta y no lo dijeron. Nunca han querido negociar la compra. Querían crear una fundación, a cambio de ceder los terrenos, y quedarse con el control de un Bien de Interés Cultural. Además, incluso con todo ya construido, el terreno podría revertirles según las cláusulas de los estatutos de la fundación. Eso era inaceptable”. Según el alcalde, el Ayuntamiento propuso a Lledó comprarle los terrenos como rústicos. “Nosotros”, asegura Parrilla, “ya habíamos invertido casi dos millones, procedentes de la Diputación de Cuenca, en proteger la villa, por lo que no podíamos meter más dinero hasta que el complejo pasase a manos públicas”.

Así que en 2013, el Ayuntamiento la expropió. Ofreció por las cinco hectáreas de tierras (Finca de las Herrerías), que son rústicas, 7.500 euros. En 2016, la Comisión de Valoración, formada por expertos en Patrimonio, incluido el Instituto de España —entidad que agrupa a las diversas academias— le puso un precio: seis millones.

Teniendo en cuenta que solo se ha excavado el 5% de la finca, un hipotético precio final podría ser astronómico, aunque te quede solo el 50% como “premio”.

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