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Una proyección del Parlamento europeo otorga al grupo liberal la llave de la UE tras el 26-M

Los populares y los socialistas pierden terreno a dos meses de las elecciones, según una media de sondeos, mientras suben los grupos populistas

La Eurocámara insiste en que no se trata de un sondeo (la institución no hace encuestas propias), sino de una proyección basada en los sondeos recogidos y publicados en medios de comunicación en los 27 Estados miembros de la UE, tanto los que miden la intención de voto nacional como europea (se ha excluido a Reino Unido, que no participará en las elecciones si el Brexit se consuma el 29 de marzo). Pero recuerda también que en 2014 este modelo de recopilación de datos arrojó unas cifras muy próximas a los resultados finales salidos de las urnas. El Parlamento actualizará la proyección cada dos semanas hasta abril. Y semanalmente en mayo.

Los populares (PPE), según la primera proyección, mantendrían el liderazgo de la cámara, pero caerían de 217 a 183 eurodiputados. El desplome de los socialistas (S&D) en escaños sería del 28%, pasando de 186 a 135. Alemania, Francia e Italia, los tres mayores socios de la UE, figuran entre los países donde se pronostican las mayores caídas para el PPE y S&D, lo que incrementaría la pérdida de influencia de las dos familias políticas que han liderado y protagonizado el proyecto de integración europea desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Al grupo liberal (ALDE) se le augura un ascenso de siete escaños hasta 75, y podría aproximarse al centenar con los 18 pronosticados a Macron. El tercer grupo de la cámara nunca ha pasado de 88 escaños, cota alcanzada por los liberales en 2004.

La proyección también apunta el ascenso de los grupos populistas, de derecha o izquierda, con los partidos de Marine Le Pen (RN) y Matteo Salvini (Lega) como fuerzas con mayor intención de voto en Francia e Italia, respectivamente. La extrema derecha pasaría en Alemania (AfD) de un eurodiputado a 12. E irrumpiría en España, con seis escaños para VOX y casi el 10% de los votos. Esos grupos, sin embargo, seguirían todavía lejos de sumar el 33% de los escaños, un umbral temido por los grupos tradicionales porque podría provocar el bloqueo de la capacidad de decisión de Bruselas. Solo una pinza que agrupase desde la extrema derecha eurófoba hasta las formaciones como Izquierda Unitaria (donde se sienta Podemos) podría rozar los 235 escaños necesarios, según fuentes comunitarias, para poner en serias dificultades la maquinaria legislativa europea. Una alianza que, de momento, parece muy poco factible.

Pero el reparto de escaños previsto por esta primera proyección sí que indica que el dominio de populares (PPE) y socialistas (S&D) en el Parlamento Europeo toca a su fin. Por primera vez en 40 años, los dos grandes partidos no sumarían más del 50%. Los datos sugieren una posible caída de casi nueve puntos porcentuales entre los dos, lo que les dejaría con 317 escaños en total o un 45% de eurodiputados en un hemiciclo de 705 escaños (frente a los 751 de la actualidad).

El nuevo escenario obligará a contar con una tercera formación para pasar el primer trago de la legislatura: el nombramiento del presidente de la Comisión Europea, que requiere el voto de 353 eurodiputados. Y el grupo liberal (ALDE) se perfila como la pieza ideal para el engranaje, con la posible aportación de La Republique en Marche (LRM) de Macron.

Si la alianza se confirma, como parece muy probable, la delegación francesa sería la mayor de ALDE, lo que permitiría al presidente francés sumar la influencia en el Parlamento Europeo a su peso en el Consejo Europeo, las dos instituciones que en los próximos meses marcarán el nombramiento del presidente de la Comisión, al alto representante de Política Exterior o el presidente del Banco Central Europeo (BCE). Pero si la jugada de Macron le sale mal, el peso de los europarlamentarios franceses podría perder mucha fuerza dentro del Parlamento Europeo, porque, según la proyección, pasaría a ser la quinta delegación en el PPE y la décima entre los socialistas.

Populares y socialistas ya han designado a sus respectivos aspirantes a la presidencia de la Comisión, con el alemán Manfred Weber y el holandés Frans Timmermans, respectivamente. Y ambos grupos insisten en que solo votarán a un candidato que se haya postulado para la presidencia durante las elecciones al Parlamento, un modelo conocido con el término alemán spitzenkandidaat.

Pero el presidente francés, Emmanuel Macron, ha rechazado ese proceso, impulsado en 2014 por las dos grandes familias europeas. Los liberales europeos secundaron la idea hace cinco años, pero ahora se han desmarcado y, a rebufo de Macron, se reservan la posibilidad de elegir a un tercero. Una vía que abre el camino para tapados como la liberal danesa Margrethe Vestager, actual comisaria de Competencia, o el liberal holandés Mark Rutte. La suma de populares, socialistas y verdes permitiría esquivar a los liberales, según la proyección. Pero de momento parece más improbable.

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