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Sánchez usa su triunfo para pedir más peso para España

El éxito del PSOE en las elecciones ha sorprendido a sus aliados y también a sus rivales del Partido Popular Europeo, muy preocupados por el fiasco de Pablo Casado

Pedro Sánchez es un especialista en aprovechar la debilidad de sus rivales para crecer políticamente. Llegó a ser secretario general del PSOE apoyándose en el enfrentamiento entre Eduardo Madina y Susana Díaz. Logró ser presidente del Gobierno aprovechando la enorme debilidad de Mariano Rajoy por la sentencia del caso Gürtel. Ahora, subido en la euforia que ha provocado no solo en la izquierda española, sino también en la europea su éxito electoral, Sánchez aprovecha la enorme debilidad de la socialdemocracia europea para convertirse en su máximo referente en este momento.

El presidente español es el único socialdemócrata que gobierna en uno de los países grandes de la UE, y uno de los pocos que lo hace entre los Veintiocho, con el portugués, el sueco, el rumano y el maltés. En Finlandia también están a punto de gobernar los socialdemócratas si prosperan las negociaciones de gobierno que acometen estos días tras haber ganado las elecciones del pasado 14 de abril.

Ese nuevo papel de Sánchez se vio también en la reunión del Partido Socialista Europeo previa a la cumbre, en la que todos le felicitaron. Según fuentes del Gobierno español, el primer ministro portugués, António Costa, muy cercano a Sánchez, confió en que la victoria de su aliado ibérico traslade energía positiva también al país vecino, que tiene elecciones el 6 de octubre.

Este jueves, después de pararse con la prensa española, Sánchez también lo hizo con la internacional, algo muy poco habitual. Aunque después se marchó corriendo por el empeoramiento de salud de Alfredo Pérez Rubalcaba y suspendió su comparecencia final, lo que impidió que sacara más provecho mediático a ese nuevo papel.

El presidente tenía varias bilaterales cerradas, algo también poco usual y que muestra el interés. Pero mientras estaba reunido con los primeros ministros de Bélgica, Portugal y Holanda, le llegaron noticias preocupantes sobre Rubalcaba y dejó el encuentro a la mitad para volver a España. Antes había podido hablar unos minutos con la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, y un rato más largo con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte.

Antes de su abrupta salida, Sánchez usó ese momento de gloria para pedir más poder para su país en las instituciones clave. “España tiene que jugar un papel determinante en la futura Comisión Europea”, aseguró.

Todos los líderes aprovecharon la cumbre para empezar la negociación de los futuros puestos. Pero Sánchez también tenía interés en descartar que se esté moviendo para que Josep Borrell sea el próximo presidente de la Comisión Europea. “Las fuerzas progresistas también debemos tener una representación importante en la próxima arquitectura institucional europea. Nosotros apostamos por Frans Timmermans como presidente de la Comisión. Es lo que queremos toda la familia socialdemócrata”, remató cuando le preguntaron si Borrell tenía alguna posibilidad de aspirar a ese puesto.

El ministro español, muy conocido en los círculos de poder europeos —fue presidente del Europarlamento—, no aspira a ese cargo, según fuentes del Gobierno. Lo más probable es que sea un vicepresidente de la Comisión con un poder reforzado.

España no tiene ahora ningún puesto clave de la UE, al contrario de lo que sucedía en los noventa. Poco a poco ha ido perdiendo el peso que le correspondería por su tamaño. Sánchez está en el momento político ideal para lograr más poder, pero no será fácil, porque en la UE los equilibrios son muy complejos. Será clave ver si los populares logran más escaños que los socialdemócratas, como sucedía hasta ahora, o los progresistas dan la vuelta a la tortilla entre otras cosas gracias a España.

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