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Mitsotakis arranca su Gobierno con un plan de choque para la economía griega

El nuevo primer ministro pretende aliviar la presión fiscal sobre la clase media e incentivar la creación de puestos de trabajo

Sin perder un minuto, el líder conservador griego, Kyriakos Mitsotakis, ha jurado este lunes su cargo como jefe de Gobierno tras la victoria de su partido, Nueva Democracia (ND), en las legislativas del domingo. Con mayoría absoluta (158 escaños de 300), Mitsotakis tiene las manos libres para aplicar de inmediato su programa económico, en el que destaca una ambiciosa rebaja de impuestos, la creación de puestos de trabajo y el fomento de la inversión extranjera.

El traslado de poderes con el primer ministro saliente, el izquierdista Alexis Tsipras, fue impecable; nada que ver con el airado relevo de 2015, cuando el también conservador Andonis Samarás rehusó incluso recibir al líder de Syriza en su despacho. En una ceremonia presidida por las máximas autoridades de la Iglesia ortodoxa griega —otra diferencia con 2015, cuando Tsipras prometió sobre la Constitución—, Mitsotakis asumió como primer ministro sin concederse siquiera el periodo de gracia de los 100 días, como adelantó el domingo por la noche.

“El pueblo griego nos ha dado un mandato rotundo para cambiar Grecia. Ahora empieza el trabajo difícil, pero tengo completa confianza en que estaremos a la altura”, declaró tras tomar posesión. La celebración de los comicios en julio, algo inédito desde 1875, no supondrá ningún obstáculo: la constitución de la Cámara será inmediata y los parlamentarios no se tomarán vacaciones, según fuentes de ND.

La innovación será una de las líneas rectoras de su mandato, como demuestra la creación de un departamento de Gobernanza Digital, enfocado especialmente a mejorar la gestión de la Administración y soltar lastre de la burocracia. El primer ministro está convencido de que logrará de los acreedores —cuya supervisión técnica sobre Atenas continúa— el margen necesario para bajar el IVA y los impuestos de sociedades, renta y propiedad inmobiliaria. “Se ha avanzado mucho, pero queda mucho por hacer”, le ha advertido sin embargo Jean-Claude Juncker, presidente saliente de la Comisión Europea, en su mensaje de felicitación.

En una economía que ha sufrido más de 450 recortes y ajustes desde el primer rescate, en 2010, Mitsotakis tendrá que lidiar también con las bonificaciones adoptadas en la recta final de su mandato por Tsipras. Por ejemplo una paga extra a los pensionistas —que sin embargo el domingo votaron en masa a Mitsotakis—, pues suscita temor entre los acreedores acerca de la consecución de los objetivos fiscales, tan elevados (3,5% del PIB de superávit primario hasta 2022, y el 2,2% en adelante) que imponen una camisa de fuerza a la economía. Aliviar la presión fiscal sobre las pymes, los autónomos y las familias es por tanto otro de sus objetivos inmediatos, así como “restaurar la credibilidad internacional del país y liberalizar la actividad en significativos sectores económicos”, según declaró a EL PAÍS la semana pasada.

Uno de los primeros retos vendrá del exterior, y no precisamente de la vecina Macedonia del Norte. Mitsotakis visitará en dos semanas Chipre en medio de una creciente tensión con Ankara por las prospecciones de gas y petróleo de barcos turcos frente a la isla, un movimiento que ha disparado las alarmas y llevó a Atenas a pedir el respaldo de la UE.

Con un margen de tiempo algo más amplio —Bruselas no volverá a pronunciarse sobre la apertura del proceso de negociaciones con Albania y Macedonia del Norte hasta octubre—, el nuevo primer ministro griego tiene la intención de abordar el pacto que puso fin a una disputa de 27 años con la antigua República de Macedonia, rebautizada en virtud del tratado como Macedonia del Norte. El pacto con Skopje, que rechaza entre el 60% y el 70% de los griegos, le valió a Tsipras el aplauso internacional, pero la firme oposición al acuerdo permitió a ND cosechar resultados arrolladores en el norte, la región más concernida por el tratado.

Al respecto, Mitsotakis declaraba la semana pasada: “He dejado claro que no me gusta ese acuerdo. Nadie me ha explicado por qué un país que [en virtud del acuerdo] ha cambiado su nombre oficial por el de Macedonia del Norte permite a sus ciudadanos seguir llamándose macedonios, y no normacedonios; a su lengua macedonia, en vez de normacedonia. La gente debe saber que en Grecia tenemos una región que se llama así y son una región y un nombre griegos, por eso es un asunto muy sensible que afecta a su identidad. También hay intereses económicos y comerciales tras este asunto, y todas las compañías y empresas que usan comercialmente el término Macedonia han quedado completamente desprotegidas. Es un acuerdo internacional ratificado por el Parlamento, eso es un hecho. Pero usaré el proceso de adhesión a la UE por parte de Skopje para garantizar los intereses griegos, y que no queden vacíos entre capítulos en un proceso que será largo. Haré eso”.

Amenaza de palos en las ruedas pues para un proceso que acumula demoras, la última, en junio, cuando Skopje recibió señales satisfactorias de Bruselas pero se vio arrastrada en la decisión final por la inestabilidad que reina en Albania.

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