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La derecha europea elude expulsar a Orbán y opta por una suspensión

El PPE decide suspender al partido del primer ministro húngaro, que seguirá apoyando la campaña de Weber para el Parlamento Europeo

El Partido Popular Europeo eludió este miércoles expulsar a Viktor Orbán y decidió aplicarle una suspensión que tendrá un «efecto inmediato y hasta nuevo aviso». Así lo anunció Joseph Daul, el presidente de la derecha europea, que se debatía entre el riesgo de mantener a Fidesz, el partido del primer ministro húngaro, entre sus filas a costa de poner en peligro la colaboración con otras formaciones o bien excluir a Orbán, lo cual podría dar a una escisión del PPE a solo dos meses de los comicios al Parlamento Europeo. Pese a haber amagado con dejar la formación, el líder húngaro decididó no salir del PPE.

Finalmente, los populares decidieron por 190 votos a favor y tres en contra una suspensión que implica despojar a los integrantes del partido húngaro del derecho a asistir a los congresos del PPE, de los derechos de voto y de la posibilidad de proponer candidatos para cargos dentro de la formación. Por su parte, Orbán justificó su permanencia para mantener la «unidad» del PPE de cara a la campaña electoral y a largo plazo pese a que para ello deba renunciar a «liderarlo».

En una comparecencia posterior a la Asamblea Política del PPE, Orbán lamentó que los sectores a su juicio más «de izquierdas y liberales» del partido hayan llevado a su partido hasta la suspensión. Aun así, se felicitó por una «resolución de compromiso» que, a su juicio, permite asegurar que los populares «se mantengan unidos para la campaña y a largo plazo», con Fidesz dentro a pesar de la suspensión. Orbán, que dijo que nunca ha hecho campaña contra Jean-Claude Juncker entre las risas de los asistentes a su comparecencia, ha subrayado que apoyará al líder popular Manfred Weber el próximo mes de mayo.

Weber, por su parte, ha salido dar cuenta de la reunión. Una de las consecuencias de esa decisión, ha detallado, es que este jueves Orbán no podrá asistir a la cumbre de líderes del PPE en Bruselas. Además, se constituirá un comité de evaluación para seguir la evolución de Fidesz y, en un futuro, determinar si pueden restituirse todos sus derechos. El comité estará integrado por el expreisdente del Parlamento Europeo Hans-Gert Poettering, el excanciller austriaco Wolfgang Schuessel, y el exprimer ministra belga y expresidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy.

Hasta 13 partidos del PPE, procedentes de 10 países, habían solicitado la expulsión de Fidesz, al que acusaban de posiciones incompatibles con el ideario democristiano de la principal familia política conservadora del continente. Pero Orbán ha plantado cara una vez más y se ha presentado este miércoles en Bruselas, para defenderse ante la Asamblea política del PPE.

El debate descoloca a algunas de las delegaciones, en particular al PP español, que ha preferido mantenerse en gran parte al margen de la polémica abierta por la deriva ultraderechista de Orbán. Fuentes del PP atribuyen su relativo silencio al hecho de encontrarse en un periodo preelectoral de cara a las generales del 28 de abril.

Pero la figura de Orbán siempre ha contado con simpatías entre los conservadores españoles. En septiembre, cuando el Parlamento Europeo aprobó el lanzamiento de un expediente contra Hungría en base al artículo 7 del Tratado (violación de los valores fundamentales  de la UE) ningún eurodiputado español del PP votó a favor. Se abstuvieron o votaron en contra.

La ofensiva de los partidos del Benelux y del norte de Europa contra el líder húngaro coincide, además, con un aparente giro del PP de Pablo Casado hacia posiciones más ultraconservadoras. Y a una disposción clara a pactar con la ultraderecha de Vox cada vez que haga falta para llegar al poder, sea en Andalucía o a nivel nacional. La tolerancia de Casado hacia el partido de Abascal contrasta con la creciente intolerancia del PPE hacia Orbán.

Pero no solo el PP desconfía de la expulsión de Orbán. Otros partidos, como Forza italia de Silvio Berlusconi, tampoco ocultan su comprensión hacia el húngaro. La división en el PPE, siempre contenida, va a más y pone en peligro la unidad del partido.

La dirección del PPE, con apoyo de la principal delegación (la alemana CDU), había sugerido una fórmula de compromiso que pasaría por la suspensión de los derechos de Fidesz dentro del PPE, sin llegar a su expulsión definitiva.

Pero el partido húngaro, que según los sondeos puede rondar el 40% de votos en las elecciones de mayo en su país, ha advertido que interpretaría esa suspensón como una «humillación» y abandonaría un club al que llegaron invitados por el antiguo canciller alemán Helmut Kohl. Con la ultraderecha liderada por Matteo Salvini en pleno ascenso, el PPE teme que la brecha húngara marque el principio del fin de una hegemonía conservadora que se ha repartido el poder con la socialdemocracia desde la fundación de la UE.

El líder del grupo Popular europeo, Manfred Weber, ha ofrecido una vía más suave, que sería la creación de un comité de sabios que evalúe el respeto de Fidesz a los valores del PPE. Fidesz se ha mostrado dispuesto a aceptar esa fórmula y a autoexcluirse temporalmente, mientras el comité elabora su informe, de los órganos del Partido Popular Europeo.

La fórmula permitiría a Weber, que es el candidato del PPE a presidir la Comisión Europea, ganar tiempo y aproximarse con las huestes unidas a las elecciones de mayo. A Orbán también le permite sopesar mejor la viabilidad del posible grupo de ultraderecha que está emergiendo en torno a Salvini, y al que podrían sumarse, entre otros, los franceses de RN (Marine Le Pen) y los polacos de PiS (Kacyznki).

La presencia de Orbán en el PPE, sin embargo, parece cada vez más complicada. Sobre todo, porque los sondeos indican que populares y socialistas, por primera vez desde las elecciones al Parlamento Europeo en 1979, no sumarán más del 50% de los escaños. Si la caída se confirma, necesitarán el apoyo de al menos un tercer grupo. Y los dos aspirantes mejor colocados, Liberales y Verdes, no parecen dispuestos a pactar con un partido que mantenga a Orbán entre sus filas.

La retórica antiinmigratoria de Viktor Orbán y sus continuos ataques a la UE han colmado la paciencia de muchos de sus compañeros de grupo en la Eurocámara. Sobre todo después de la campaña publicitaria del Gobierno húngaro en la que sugiere una supuesta conspiración del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker (miembro del PPE), con el multimillonario George Soros para abrir las puertas del continente europeo a una inmigración descontrolada. El PPE decidirá si expulsar o suspender a la formación ultranacionalista que lidera el mandatario húngaro. 

El propio Juncker ha declarado en una radio alemana que había aconsejado a su formación expulsar directamente a Orbán. Por su parte, Annegret Kramp-Karrenbauer, sucesora de Merkel y líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) ha dicho que la permanencia de Fidesz en el PPE debería suspenderse hasta que «se restaure la confianza». 

El líder del grupo Popular en el Parlamento, el alemán Manfred Weber, se reunió la semana pasada con Orbán en Budapest y le pidió que se disculpara con Juncker, retirara esa campaña y que permita que la Universidad Centroeuropea, fundada por el archienemigo de Orbán, George Soros, siga funcionando en Budapest. Pero Weber reconoció que los problemas entre el PPE y Orbán no se habían resuelto.

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