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La amenaza de una frontera militarizada

La máxima alerta decretada por el chavismo tiene su reflejo en las poblaciones fronterizas de Táchira

Nicolás Maduro quiere evitar a toda costa la entrada de ayuda humanitaria a Venezuela. El ingreso de cargamentos de medicinas y suplementos nutricionales, previsto para este sábado a través de la frontera colombiana, provocó una sobreactuación del chavismo que hasta esta semana se había mantenido en una mera escalada verbal. Pero el Gobierno teme el plan acordado por Juan Guaidó con Estados Unidos y la comunidad internacional y ordenó blindar los pasos fronterizos del Estado Táchira. Los alrededores del Puente Internacional de Tienditas, próximo a la población de Ureña, se convirtieron este jueves en un reflejo de la alerta militar, con un importante despliegue de unidades antimotines y fuerzas armadas.

La posibilidad de un traslado masivo de tropas militares y agentes policiales a la frontera había inquietado a las comunidades colindantes con Colombia, pero hasta el miércoles la movilización de soldados en las calles de San Antonio del Táchira mantuvo un perfil bajo, salvo por los puntos de control de la Guardia Nacional instalados en las proximidades y en los accesos de la ciudad andina. 

La atención está puesta en el sábado, el día límite fijado por el político venezolano que desafió a Maduro para el ingreso de la ayuda humanitaria a Venezuela. Guaidó pretende forzar una quiebra de lealtad dentro de las fuerzas armadas con el envío de esas ayudas, una prioridad para los sectores más vulnerables de la población venezolana. No obstante, el oficialismo encargó el control de las fronteras a divisiones de máxima confianza.

Hay vecinos de Tienditas que muestran su hartazgo con discreción, porque temen a las autoridades y quieren seguir beneficiándose de las ayudas del Estado como las bolsas de comida y los bonos. «Que nos traigan las cajas del CLAP [Comité Local de Abastecimiento y Producción] y la comemos, pero al momento de elegir votaremos contra Maduro», manifestaba este jueves uno de ellos. «Estos en vez de hacer un concierto parece que se prepararan para una batalla», dijo en referencia al evento musical anunciado por el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, como respuesta al maratón de actuaciones que este viernes reunirá en Cúcuta a varios artistas internacionales para sensibilizar al mundo sobre la grave crisis venezolana.

«¿Por qué quiere asustar al pueblo con tantas alcabalas [retenes] en las carreteras? ¿Por qué en el eje fronterizo se han colocado tantos paquetes de militares para impedir la entrada de ayuda humanitaria? ¿Es que acaso esos militares no son pueblo? Ellos están para defender a los hombres y mujeres de Venezuela y no para reprimirlos», manifestó el monseñor Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, capital del Táchira, en una carta dirigida a Maduro.

El sucesor de Hugo Chávez orienta sus fuerzas a menospreciar los medicamentos y suplementos nutricionales provenientes del exterior, principalmente de Estados Unidos, para tratar de frenar la emergencia humanitaria. Y ante la posibilidad de que esos insumos entren, William Gómez, alcalde chavista de la ciudad fronteriza de San Antonio, afirmó que los cargamentos serán considerados como mercancía de «contrabando» ante la posibilidad de ser introducidos en el país. «Ahí quedarán como cajas que ingresó un grupo de personas de contrabando, pero eso no va a tumbar el Estado de derecho ni al presidente Nicolás Maduro», añadió en una entrevista a Caracol.

Como suele suceder en estas circunstancias de tensión, los venezolanos acostumbrados a abastecerse en Colombia temen un posible cierre de la frontera y el inicio de una etapa de mayor aislamiento. En La Parada, el sector de Cúcuta que conecta con el Puente Internacional Simón Bolívar, principal paso fronterizo entre los dos países, en los últimos días los comercios estaban abarrotados de compradores procedentes de Venezuela. El tránsito por la pasarela peatonal se hacía dificultoso ante el vaivén de personas. «Hay miedo de que ordenen un cierre de frontera. Ahí sí se amotinaría la gente», decía Lilia Pérez, una venezolana en Colombia.

Aunque miles de migrantes sin papeles salen a diario del país a través de caminos ilegales conocidos como trochas, los efectos de un cierre de la frontera colombiana serían extremadamente impopulares.

La grave crisis humanitaria, que según los cálculos de la oposición afecta al menos a 300.000 personas que están en riesgo de muerte, una hiperinflación desbocada, las épocas de escasez y las violaciones a los derechos humanos han forzado en los últimos años un éxodo multitudinario y sin precedentes en la región. Más de tres millones de personas, según Naciones Unidas, se fueron en busca de oportunidades y más de un millón viven actualmente en Colombia, el país que más ha sufrido las consecuencias de esta emergencia.

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