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Costa ensalza los éxitos de su Gobierno en el fin de legislatura en Portugal

En el último debate sobre el estado de la Nación, la oposición critica la degradación de los servicios públicos

El Gobierno portugués de la geringonça -como se le conoce coloquialmente en el país- ha llegado al final de la legislatura contra los pronósticos lanzados en 2015. La estabilidad del Gobierno socialista minoritario, apoyado en el Parlamento por Bloco de Esquerda, PC y Verdes fue el primero de los éxitos exhibidos por el primer ministro, António Costa, en el último debate parlamentario sobre el estado de la Nación, antes de las elecciones del 6 de octubre.

Costa elogió “la vitalidad de la democracia contra el fatalismo y el determinismo. Cuando no hay alternativas, la democracia cede su lugar al populismo”. Con ello quería recordar el éxito de su fórmula de gobierno, inédita en Portugal. Nadie apostó por ella, sobre todo el expresidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, que tardó en darle la oportunidad de gobernar a Costa. El primer ministro recordó ayer que no se han cumplido los malos augurios -«el diablo no apareció”- que pronosticó la oposición de centro derecha, y que la fórmula gubernativa, además de demostrarse estable, ha permitido «pasar página a la austeridad». Costa relevó al Gobierno del PSD-CDS que había ejecutado el programa de la troika (2011-2014) para rescatar financieramente al país.

El primer ministro reconoció el gesto a sus socios de la izquierda, Bloco y PC, “por derribar un muro anacrónico y asumir la responsabilidad de una mayoría parlamentaria, permitiendo el cambio político”. Desde la Revolución de los Claveles, en abril de 1974, todos los Gobiernos -excepto el inicial- se han formado con PS o PSD o la colaboración entre ellos más el derechista CDS.

El líder socialista señaló que ha cumplido con su programa de «más crecimiento, mejor empleo y más igualdad”. También afirmó que había cumplido todos los acuerdos con sus socios de la izquierda y a la vez respetado los acuerdos internacionales, es decir las exigencias de Bruselas. «En estos cuatro años, el país recuperó la dignidad, la autoestima, el respeto internacional», añadió Costa. «Portugal está mejor porque los portugueses viven mejor. Han recuperado la esperanza en su futuro».

La oposición del PSD y CDS criticó la situación de los servicios públicos. “Están en mínimos, mientras la carga fiscal es la mayor de la historia (35,4%)», aseguró el portavoz del PSD, António Leitão. «Ninguno de los cinco hospitales prometidos se ha construido», añadió su líder Fernando Negrão.

Los grupos de la izquierda, Bloco y PC, cargaron contra el anterior Gobierno del centro derecha, por un lado, y, por otro, recordaron al Ejecutivo que los avances en el programa social no hubieran sido posibles sin su presión. «El país mejoró gracias a la contribución del PC», afirmó su líder, Jerónimo de Sousa.

En un guion sin sorpresas, solo la líder del Bloco, Catarina Martins, se salió de las previsiones al criticar al partido socialista por estar pidiendo una mayoría absoluta para las elecciones de octubre, que haga innecesario repetir la actual fórmula gubernativa.

Brillantes cifras macroeconómicas, problemas con las micro

El balance económico de los cuatro años de Gobierno socialista en minoría es difícil de contestar, aunque la oposición lo hizo. La derecha por la escasa inversión y la izquierda por el escaso gasto. Desde 2015, el déficit ha bajado del 4,4% al 0,2% y el desempleo del 12,4% al 6,3%. Por primera vez en el siglo, los crecimientos de los tres últimos años están por encima de la media europea. También ha subido un 20% el salario mínimo, los manuales escolares son gratuitos, ha bajado el IVA de la restauración y, según Costa, hoy el abandono escolar y la desigualdad están en mínimos en la historia del país.

Sin embargo, la oposición criticó que esa reducción del déficit haya sido a costa de no invertir en hospitales, escuelas, transporte público e infraestructuras. Con mayor o menor énfasis en eso coincidieron derechas e izquierdas. Realmente, en estos años, el mayor desgaste del Gobierno no ha sido en el Parlamento sino en la calle, donde enfermeros, profesores y médicos han protagonizado centenares de huelgas y manifestaciones para mejorar no solo su salario, sino también sus condiciones de trabajo. Decenas de directores de servicios hospitalarios han presentado su dimisión por falta de recursos, como el deficiente mantenimiento de las instalaciones, desde los rayos X al racionamiento de la luz eléctrica.

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