Madonna en Eurovisión: la gran estrella pierde fuelle

La cantante estadounidense no decepcionó con su despliegue escénico, pero estuvo más comedida que nunca

A Madonna le gustan las cosas a lo grande. Por eso no podía perder la oportunidad de actuar ante 200 millones de personas de todo el mundo en la gala de Eurovisión. Esta noche se ha subido al escenario del pabellón Expo de Tel Aviv (Israel) para presentar Future, junto al rapero estadounidense Quavo, una de las canciones de su nuevo disco Madame X, que sale en junio.

Con una estética y una escenografía similar a la que utilizó en su actuación durante la Met Gala de Nueva York de 2018 y vestida por Jean Paul Gaultier, presente en la gala, ha arrancado con su canción fetiche: Like a prayer, uno de sus clásicos que interpreta habitualmente.

Su actuación ha sido más estática de lo que tiene acostumbrado a su público. La puesta en escena, eso sí, llenaba el escenario. Tras el tañido de unas campanas, ha emergido completamente cubierta por una túnica donde se leía una equis de pedrería sobre el pecho. Estaba en lo alto de una escalinata similar a la del museo Metropolitan de Nueva York. Ha comenzado a bajar los escalones mientras interpretaba el clásico de 1989, flanqueada por un coro de 40 cantantes ataviados también con túnicas, en este caso mucho más austeras y semejantes a las de los monjes franciscanos.

Al acabar, varias bailarinas han aparecido con máscaras de gas coronadas por flores, mientras sonaba una pieza acelerada de Tchaikovski, que daba paso a Future, el nuevo tema, con ecos jamaicanos que reflexiona sobre el rumbo que la Humanidad.

Aquí tampoco se ha movido demasiado, pese a cantar en playback. Estaba seria y concentrada en la escasa coreografía. Curiosamente, casi no había primeros planos de ella, lo que aumentaba la distancia con el espectador.

La Madonna de esta noche se alejaba bastante de la relajda y divertidad cantante que se subió al escenario de los prermios Billboard, junto a Maluma, hace unas semanas.