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Klopp frente a la vitrina vacía

Klopp, durante el entrenamiento de ayer en el Metropolitano – Patrocinado por:Champions League

«No me veo como un perdedor», sintetizó ayer el técnico en la rueda de prensa previa a la final. Ha perdido las tres finales europeas que ha jugado

Tan pronto llegó Jürgen Klopp a la sala de prensa del Wanda Metropolitano las voces se apagaron. El alemán destila carisma. Desprende un aura especial que en ningún caso se corresponde con los números que, crueles cuando se intenta razonar a contracorriente de la estadística, lo dibujan como un técnico fantástico, pero perdedor. Hasta la fecha, van tres finales europeas perdidas por el hoy técnico del Liverpool. Tantas como ha jugado, a las puertas de la cuarta. Demasiadas para quien aspira a sellar su nombre con honores en el listín histórico del fútbol.

Contra todo ello se reveló, siempre entre sonrisas, Klopp, pendiente desde que tomó asiento de la pregunta de la tarde. Resolvió por la vía rápida: «No me veo como un perdedor». Coge aire, sonríe y sigue: «Si me viera como un perdedor todos tendríamos un problema. Lo que tenemos que hacer es ganar ahora con todo lo que tenemos, pero lo que pasó en el pasado también me da confianza», explicó.

El ex de Mainz y Borussia Dortmund cayó en la final de la Champions de 2013 contra el Bayern de Múnich. En la del año pasado, ya en el Liverpool, repitió amargura contra el Real Madrid en Kiev. Dos cursos atrás, perdió el partido decisivio de la Europa League frente al Sevilla. Y como bonus track, ha cosechado 97 puntos en la Premier, la tercera mejor cifra de la historia en Inglaterra, para quedar subcampeón. Solo hubo confeti en asuntos menores, insuficientes para elevar a un técnico a los altares donde se reparte la gloria. Klopp ganó con el BVB la Copa alemana de 2012 y las Supercopas de 2013 y 2014.

El preparador de Stuttgart, que podrá contar con Firmino para apuntalar su tridente, insistió en el valor didáctico de la derrota. Experiencia, madurez y aprendizaje fueron las tres palabras que más veces pronunció.

En la sesión de entrenamiento del Liverpool, de apenas 40 minutos, pareció como si Klopp pretendiera disuadir a los fantasmas que persiguen a los malditos a cañonazos. Tras un calentamiento rutinario, puso a los suyos a fusilar a los porteros. Uno tras otro. Alguna vez tendrá que entrar la pelota.

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