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‘Years and Years’: El mundo se va al carajo esta tarde

La serie de la BBC nos muestra una futuro espantoso que podría empezar a pasarnos mañana

Lo más habitual en las ficciones sobre un futuro distópico es imaginar lo que nos sucederá en décadas o centurias, cuando no nos quede nada de lo bueno que tenemos en el planeta, como océanos, árboles, tomates. O cuando lo bueno que hemos imaginado que traería el futuro resulte ser, digamos, no demasiado bueno (con lo majos que parecían estos robots…). Si se busca un efecto más inmediato y, por ende, aterrador, se imagina un cambio salvaje de paradigma. Un meteorito, ataque extraterrestre, catástrofe ambiental…

Todo lo que sucede en Years and Years (años y años) podría empezar a ocurrirnos mañana. O esta misma tarde. Esta serie de seis episodios producida por la BBC (y que aquí se puede ver en HBO España),en vez de adivinar los próximos 15 años, a lo que se dedica es simplemente a anticiparlos. Por ejemplo, una candidata populista sin escrúpulos (Emma Thompson, interpretando una mezcla entre Eduardo Inda y Nigel Farage) triunfa en las encuestas. China y EE UU se encuentran en un conato de guerra nuclear: ya en el primer episodio los norteamericanos disparan un misil nuclear sobre una isla artificial china en el Pacífico.

Luego, el presidente Mike Pince sucede el segundo mandato de Trump. Y hay otra crisis de refugiados, esta vez provocada por la inestabilidad en Ucrania. La economía ha colapsado, por culpa del penúltimo fin de ciclo del tardocapitalismo, este tan voraz que en vez de reconvertir brokers en propietarios de panaderías pijas o autores de libros de autoayuda, no deja nada a medias y los manda directamente a repartir paquetes en bicicleta y a vivir con sus abuelas. Encontramos incluso una generación de jóvenes cuya aspiración es deshacerse de sus cuerpos y convertirse en información almacenada en la nube. Viendo el estado de las cosas, su opción casi parece la más sensata.

Todo esto lo vemos a través de una familia de Manchester, los Lyons. Son cuatro hermanos. Uno, gay, trabaja con refugiados en el ayuntamiento y deja a su marido, cuando este empieza a dar síntomas de ser permeable a las noticias falsas, para enamorarse de un ucranio encantador al que quieren deportar. Una pareja heterosexual de empleados del sector financiero que lleva una vida acomodada algo por encima de sus posibilidades en Londres y tiene dos hijas, una feliz en su cuerpo, la otra feliz en su mente. Hay una chica en silla de ruedas que no responde a ningún cliché sobre las minusvalías y posee un encantador humor negro, aunque con tendencia a dejarse seducir por el personaje de Emma Thompson. Y una activista trotamundos que parece responder a todos los clichés sobre las activistas globales del siglo XXI, pero en la que pronto se adivina una gran cantidad de matices, además de cierta carga radioactiva: se encontraba cerca de aquella isla china cuando cayó el misil. Todos están unidos por dos elementos clave: uno humano (la abuela); otro tecnológico, signore, una suerte de Alexa a través del que se comunica. De tanto ser invocado, casi parece un personaje más.

El creador Russell T. Davies (Queer as folk, A Very English Scandal) logra avanzar 15 años en seis capítulos a una velocidad endiablada, pero sin dejar ningún botón político, tecnológico, económico o social sin presionar. Tampoco renuncia ni al sentido del humor ni al desarrollo de los personajes, algo extremadamente complicado de acometer cuando estás narrando que el planeta pronto se irá al carajo utilizando la más compleja de las herramientas: la realidad actual.

“¿Os acordáis cuando la política era aburrida?”, pregunta en un momento de la serie el mayor al resto de sus hermanos. Y mientras uno piensa la respuesta, la serie no solo ya la ha dado, sino que ha planteado la siguiente pregunta.

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