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Tu madre tiene la culpa de tu soltería: la polémica del estudio más ‘machista’

Norman Bates no tuvo pareja y su madre se volvió a casar, ¿casualidad?

Atribuir a nuestras madres todo lo malo que nos pasa en la vida adulta es un topicazo. Y tras cierta investigación realizada en la Universidad de Ohio, las ciencias sociales no harán más que reforzar esta tesis tan problemática. Una advertencia: la supuesta nocividad del estudio solo se aplica al lector que considere que la ausencia de monogamia o estabilidad en sus relaciones sentimentales es algo negativo.

El estudio liderado por la socióloga Claire Dush afirma que el comportamiento materno en sus relaciones personales influye en sus hijos. La vida afectiva de la madre determinará cómo se comportará la nueva generación con sus respectivos vínculos afectivos. Según esta investigación, existe una relación directa entre el número de parejas que tuvo la madre y las que atesorarán sus vástagos; a más affaires maternos, más facilidad para el hijo de tener muchas parejas poco duraderas y alejarse de la estabilidad.

Para realizar el estudio, los investigadores reunieron resultados de más de 12.000 participantes de una encuesta realizada en 1979. Realizada por el gobierno estadounidense, en dicha estadística se analizaron las respuestas de niños y adolescentes de entre 14 y 22 años sobre las parejas de sus progenitoras. La encuesta siguió durante 24 años a estos chicos -de ambos sexos- respecto a sus relaciones.

Dush cree que los nuevos modelos de familia del siglo XXI provocan que los niños tengan una mayor inestabilidad en sus futuras relaciones. «Muchos niños ven a sus padres separarse, iniciar nuevas relaciones, y que éstas fracasen también». Otros estudios similares realizados hace prácticamente tres décadas sugieren que cada niño reacciona de manera diferente a estas situaciones. Es difícil predecir los efectos que una separación o el tránsito por varias parejas vaya a tener en los chavales.

Los resultados de la investigación de la Universidad de Ohio mostraron otros aspectos. La socióloga considera que existen tres teorías que respaldan sus afirmaciones. La primera, que la economía familiar no influye tanto en la futura estabilidad respecto a las parejas del infante.

La segunda: cuanta más estabilidad percibiese un niño, ya fuese con su padre biológico o con otras parejas, mayor duración tendrían sus relaciones personales. «Se percibe la convivencia como algo atractivo si has visto a tu madre mantener una relación a largo plazo», afirma Dush.

Por último, la investigación considera que cualquier aspecto de la vida de una pareja, sea positivo o negativo, se transmitirá al niño. La investigadora reconoce desconocer por qué esto sucede. «Las madres con parejas sin habilidades sociales, incapacitados para mediar en conflictos o con problemas mentales pueden socavar las relaciones y conducir a una situación de inestabilidad», añade.

Hay un aspecto del estudio que llama la atención. En ningún momento se explica por qué solamente se culpabiliza a las madres de la estabilidad emocional de sus retoños. Nunca se menciona el efecto que tienen las diversas parejas de los padres, o se resalta que un divorcio es cosa de dos personas.

Además, como puntualiza IFLScience, existen otras limitaciones en este tipo de estudios. La demografía ha cambiado enormemente desde el año en el que se inició el muestreo seleccionado. Además, la convivencia es difícil de medir (algunas apenas duran medio mes, o el entrevistado no la considera como tal). Además, medir variables como la estabilidad mental, la calidad o el nivel de estrés en una relación resulta bastante poco exacto para los estándares científicos.

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