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Terremoto en los grandes banquillos de Europa

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Cuatro de los cinco campeones de las grandes ligas podrían cambiar de entrenador el próximo curso. Inter, Roma, Manchester United, Chelsea, Sevilla u Olympique de Lyon están también expuestos a cambios

Tan inaudita ha sido la coincidencia que se ha dado en las cinco grandes ligas de Europa, todas con idéntico campeón que en el curso pasado, como lo es esta fiebre que amenaza con poner de patitas en la calle a los entrenadores al frente de estas gestas. Bueno, no todos. A Guardiola, objeto de críticas constantes por sus impericias europeas, se le rinde tributo absoluto en Inglaterra. Lo deben de mirar con cierta envidia sus colegas en los tronos más granados del continente. A Valverde, Tuchel, Kovac y Allegri nadie ni nada (ni siquiera un contrato) les garantiza enfundarse el chándal el año que viene.

Así respira estos días el fútbol más selecto de Europa, empecinado en teñir éxitos rotundos con el color de la decepción. Lo que hace no tanto tiempo suponía el signo inequívoco de que la palmada en la espalda del técnico era lo que correspondía se torna ahora en argumento transparente a la luz de un fracaso en la competición de las competiciones. La Champions League asoma ahora como el elemento condenador por excelencia. No hay más que ver a Valverde, hombre récord en un Barcelona que hasta el día en que conquistó la segunda liga consecutiva bajo su batuta –ante el Levante en el Camp Nou– no había perdido más que tres partidos en dos temporadas. A las puertas de la final de la Copa del Rey, aguarda un triunfo que calme los ánimos crispados tras la debacle de Anfield y prolongue su travesía en Can Barça.

Peor pinta la cosa para Allegri, que después de cinco años al frente de una de las mejores Juventus que se recuerdan ha sido despedido por Andrea Agnelli. El movimiento ejecutado por el magnate italiano quizá sea uno de los menos cabales a ojos de los resultados. Con la de este año, la Juve acumula ocho cetros ligueros consecutivos, la cifra más alta conseguida nunca en las cinco grandes. Por más que sea cierto que la «vecchia signora» reclutó este año a un cañón como Ronaldo para enfilar el camino hacia la Champions, se antoja apresurado prescindir del técnico que guió a los bianconeros a dos finales en el último lustro. Cayó con merecimiento ante el Barcelona del triplete de Messi, Neymar y Suárez y el mejor Real Madrid del ciclo de las cuatro Champions en cinco años, palabras mayores. Menos reparos se le pueden poner a la eliminación sufrida a manos del Ajax, un imprevisto de análisis incómodo para el que quizá fuera el principal aspirante al título.

A Kovac, recién aterrizado esta temporada en el Bayern de Munich, le tiembla el asiento desde Navidad. Quizá sea el suyo el caso donde más lógico parece todo, enfrascado como está el equipo en una reconstrucción total de la que ya se han caído piezas insignes como Ribery o Robben, con Pavard o Lucas pidiendo paso en la puerta de entrada. El momento parece idóneo para desprenderse de un preparador que en ningún momento ha sabido encontrar sonidos amables cuando ha agitado sus piezas. El Bayern, en línea descendente desde que saliera Guardiola, levantó este año otra Bundesliga más, la séptima del tirón. La diferencia con respeto a los últimos años estuvo en el cómo, tan importante en esto de la pelota. Donde el técnico de Sampedor abrió brechas de puntos sonrojantes, al croata-alemán le complicó el título el Dortmund hasta la última jornada. A todo esto hay que añadirle el hecho de que en Baviera llevaban desde 2011 sin verse fuera de los ocho mejores equipos de Europa, circunstancia que se ha dado este año con la ayuda del Liverpool, triunfal en su visita a Munich (1-3).

Con seis jornadas de margen alzó la sexta Ligue 1 en siete cursos el PSG que hasta nuevo aviso comanda Tuchel. También con un Neymar a medias, tan ausente este año por esas circunstancias que en él son tan privadas como por la nueva lesión que sufrió en el metatarso. Diecisiete partidos ha jugado el que está llamado a ser quien discuta la hegemonía de Messi y Ronaldo. Mbappé, pendiente de protagonizar el enésimo culebrón veraniego, parece haber tomado el testigo referencial en París mientras gente de peso como Rabiot o Cavani transitan por un claroscuro incierto que pinta a que dará con ambos lejos de París de aquí a unas semanas. Son circunstancias que, igual que la disparatada política salarial del club o la volubilidad en las decisiones del jeque Al-Khelaïfi, ponen a remojo la continuidad de Tuchel. Más aún cuando su asalto a la Champions, la piedra filósofal para el proyecto cocinado al fuego catarí, ha encontrado disgustos en octavos de final contra un Real Madrid diezmadísimo y un Manchester United irreconocible.

El movimiento llama al movimiento, y la disponibilidad de figuras del calado de Mourinho o Conte siempre animan a los dirigentes a decidirse por el cambio que alumbre un mañana mejor. También, desde hace unos días, del propio Allegri, probablemente el nombre con el prestigo más intacto en este mercado. Bielsa, que ha visto frustradas sus opciones de ascenso a la Premier con el Leeds, tiene tirón de sobra para tentar a más de un club dispuesto a entregarse a su irreproducible modelo. Ten Hag o Sarri podrían emular a Spaletti y salir de Ajax o Chelsea, respectivamente, de cara a la próxima temporada. Y por ahí andan Lopetegui, Blanc, Di Francesco, Machín, Tedesco o Setién, todos ellos libres a la espera de un nuevo reto. Sin descartar, claro está, que Löw o Deschamps decidan soltar amarras del fútbol de selecciones para meter la cabeza en el frenesí de los clubes.

Como antes de entrar hay que dejar salir, toca echar un vistazo a los principales banquillos del Viejo Continente en los que huele a cambio. El relevo está cantando en el Giuseppe Meazza, donde Spaletti ya ha dicho que no seguirá. Parecido a lo del Inter pinta la Roma, con Ranieri como temporero tras darle paso a Di Francesco. Solskjaer acaba de firmar una extensión de contrato con el Manchester United, pero no extrañaría verlo cediendo el asiento a un colega con más pedigrí. Sarri, en un año irregular en el Chelsea, suena con fuerza para volver a Italia y Caparrós, de paso por Nervión, dejará libre al Sevilla. Génésio, capataz del Olympique de Lyon, ya ha dicho que se va.

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