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“Si cada ser humano se sintiera amado, no habría necesidad de Donald Trump”

Mike Scott presenta con The Waterboys su decimotercer álbum, ‘Where the Action Is’

Hace pocos días, mientras caminaba por Dublín, Mike Scott (Edimburgo, 1958), el eterno líder de la banda británica-irlandesa The Waterboys, escuchó unas gaitas a lo lejos y, sin haberlas visto, supo por el sonido que se trataba de unas gaitas gallegas. Tal conocimiento era de esperarse en un músico que se llevó a su grupo a vivir a Irlanda a finales de los 80 para empaparse de la música celta y grabar el disco de folk rock que les encumbró, Fisherman’s Blues (1988). Pero también habla de un artista que ha dedicado su vida a rodar por el mundo y, sobre todo, que no tiene miedo a probar y experimentar cosas nuevas, como lo demuestra en su nuevo álbum, Where the Action Is, que presentó este domingo en Madrid, como parte de la programación de las Noches del Botánico, y lo hará este viernes 12 de julio en Pirineos Sur.

¿Puede una leyenda del rock zambullirse repentinamente en el hip-hop? Scott tiene la respuesta: sí. En Where the Action Is, un disco repleto de temas de rock y algunas baladas, de pronto se atraviesan dos temas, Take Me There I Will Follow You y And There’s Love, que tienen una clara influencia de la música urbana de Estados Unidos. “Tomo inspiración de todos lados”, argumenta Scott, que aunque no ha dejado de escuchar a sus clásicos favoritos, como Marvin Gaye, Miles Davis o The Rolling Stones, siente una especial fascinación por las nuevas vanguardias, llámense Anderson Paak o Kendrick Lamar, entre otros.

“Me encantan los ritmos, los grooves, el beat y los patrones de batería del hip-hop, pero lo que más me gusta es la construcción del hip-hop, la forma de decir las cosas y el sampling de sonidos de la calle”, explica. Esta lógica en la creación musical, Scott la compara con la ambición de la psicodelia de los años 60 y el punk rock de los 70. “Muchas de esas reminiscencias están en el hip-hop; sus artistas son muy independientes y originales”, considera. Así que no ha tenido la menor duda en incursionar en este género, ya que, después de todo, afirma que The Waterboys “no es una banda de folk rock”, sino “un grupo que toca cualquier clase de música”.

Y así como Where the Action Is es un disco sin miedo a probar nuevos estilos musicales, el decimotercer álbum en la carrera de The Waterboys es también el resultado del momento personal, intelectual y sentimental de Mike Scott. A sus 60 años, el músico escocés hace espacio en las letras para hablar “del pasado, del amor y de observaciones del mundo de hoy”. Conocido es su reciente matrimonio, en 2016, con la artista japonesa Rokudenashiko y la influencia que ha tenido en su vida y obra. A ella dedicó el penúltimo disco de la banda, Out of All This Blue (2017), y además admite que últimamente ha estado tocando el ukelele luego de que su mujer le pidió comprar uno. “Japón ha sido una influencia para mí en los últimos años”, reconoce.

Pero si el amor está tan presente en sus últimas canciones, no es solamente porque el líder de The Waterboys siempre haya preferido hablar a nivel personal en sus letras, sino porque cree que “el amor es la solución a todos los problemas, porque los apuros personales son la raíz de los conflictos del mundo”. Partidario de la democracia liberal, Scott piensa que los grandes asuntos internacionales, como la crisis de refugiados que atraviesa Europa, tienen su origen en “las políticas imperialistas de los últimos siglos, el autoritarismo de derecha y el supremacismo blanco”. Por eso reclama el bienestar individual como una necesidad de las sociedades actuales: “Si cada ser humano del mundo se sintiera amado, comprendido, feliz y seguro, no habría necesidad de Donald Trump ni de que la gente de África o Medio Oriente tenga que escapar”.

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