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Putin e Italia exhiben su buena sintonía en una visita relámpago

El presidente ruso, que sigue considerando al Gobierno italiano un socio prioritario dentro de la UE, visitó a Francisco en el Vaticano y cenó con Salvini y Di Maio

Vladímir Putin aterrizó en Roma a las 12.58 del mediodía y supo enseguida que pisaba tierra amiga. El presidente ruso fue recibido con todos los honores imaginables y pasó una corta jornada que le llevó por los salones del Vaticano, del Palacio del Quirinale y del Palacio Chigi. Italia, el país europeo con mejores relaciones con el Kremlin, es hoy un punto estratégico para los intereses rusos. Tanto económicos —el Gobierno de Giuseppe Conte se ha opuesto repetidamente a las sanciones comerciales impuestas a Rusia— como culturales y religiosos.

Roma recibió a Putin completamente blindada. El centro de la ciudad estuvo cerrado al tráfico durante las horas que duró su visita. “Intentaremos corresponder el caluroso recibimiento que me brindaron ahí”, había anunciado Conte. Y así fue. De principio a fin. Porque fuera de la agenda oficial, incluyó despedirse en el aeropuerto de su amigo Silvio Berlusconi.

Italia ha cultivado las relaciones con Rusia mejor que ningún otro país de la Unión Europea. Más allá de los tiempos en los que su Partido Comunista era el más fuerte al otro lado del telón de acero, la sintonía se recuperó gracias a los lazos personales que Berlusconi fue capaz de tender al presidente ruso. Tras una etapa de tibias relaciones con Gobiernos socialdemócratas, la irrupción hace un año del Ejecutivo populista formado por la Liga y el Movimiento 5 Estrellas, ha vuelto a engrasar la maquinaria diplomática.

El vice primer ministro de Italia, Matteo Salvini, nunca ha ocultado su admiración por Putin. En su despacho tiene varias fotografías suyas y aprovecha cualquier circunstancia para elogiar su gestión. Sus inclinaciones personales se han traducido en una presión al Gobierno italiano para que pidiese repetidas veces la retirada de las sanciones impuestas tras el conflicto de Crimea (aunque no hayan ejercido su derecho de veto en esta cuestión). Cuando se implantaron, las exportaciones italianas a Rusia cayeron un 37% —de casi 11.000 millones de euros a unos 7.000 millones— aunque el ruso solo es el decimocuarto mercado de exportación para Italia. Este jueves Conte volvió a subrayar el compromiso de Italia para que se supere esta situación.

El presidente ruso acogió bien las palabras. Pero, como en otras ocasiones, pidió que se traduzcan en gestos concretos e Italia presione para que terminen las sanciones. Además, aseguró que no ve ningún obstáculo para que Rusia y la Unión Europea reestablezcan la normalidad de sus relaciones porque son “aliados naturales”. Además, confió en que la guerra comercial entre EE UU y China termine y que el gigante asiático sea más flexible en sus posiciones.

Putin pudo conversar con Salvini durante la cena de gala que ofreció el Gobierno en Palacio Chigi, a la que asistieron el primer ministro, Giuseppe conte, los dos vice primer ministros, Luigi Di Maio y el propio Salvini, y el ministro de Exteriores, Enzo Moavero Milanesi. El presidente ruso no escatima elogios hacia el líder de la Liga, autor de “un intento de restablecimeinto de la cooperación entre Rusia e Italia. Salvini tiene un acercamiento caluroso hacia nuestro país”, había señalado antes de la cena. Salvini ha viajado a Rusia varias veces en los últimos dos años. En octubre, durante su visita a Moscú declaró que las sanciones son una “locura económica social y cultural”.

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