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Por qué arrasa ‘¿Que coño está pasando?’, el documental de Netflix sobre el feminismo en España

El trabajo, firmado por Rosa Márquez y Marta Jaenes, hace un repaso del contexto social a través de la voz de 40 mujeres

La cosa empezó en un coche. Un día de noviembre de hace dos otoños. Ya habían pasado las once sesiones de la vista oral del caso de La Manada, ya se habían producido las primeras protestas por el tratamiento judicial e informativo del proceso, se acercaba el 25N y Rosa Márquez iba a dejar a Marta Jaenes a casa. Como tantas otras tardes y noches, llegaron, pararon y se pusieron a hablar. Entonces Márquez se giró y miró a Jaenes: «Tenemos que contar esto, tenemos que contar lo que está pasando». Ella dijo sí.

Esa noche, en un coche aparcado en alguna calle del barrio madrileño de Legazpi, nació ¿Qué coño está pasando?, un documental sobre el feminismo en España que ninguna de las dos olió que acabaría en Netflix. Menos aún que iba a ir tan rodado como va. En parte, cuentan ambas, es por la pelea de Carolina Bang, la productora de Pokeepsie Films con la que se reunieron y a la que enseñaron el proyecto que pergeñaron. Cifras no hay, porque la plataforma no las hace públicas, pero ambas acumulan ingente feedback positivo o muy positivo en sus redes sociales, en sus mails y por la calle. El día que por primera vez tuvo público, el 19 de noviembre de este año, se abarrotó la sala de los cines Renoir Princesa, donde se preestrenó, y hubo quien se quedó fuera. Después, las localidades se agotaron para varias sesiones en aquella misma sala. En la plataforma apareció el 25N, un día después, tenía un hueco en la pestaña de «Tendencias ahora»; el Ministerio de Igualdad ya lo ha etiquetado como de especial interés y escuchan mucho eso de «deberían ponerlo en todos los institutos y colegios de este país».

¿La razón? Porque es un resumen claro y pedagógico, no solo del momento que vive el movimiento feminista, sino de la situación y el contexto social; porque es un repaso de los temas que copan las agendas públicas y mediáticas, de la prostitución a la pornografía, pasando por los vientres de alquiler o el ámbito político; y porque lo narran decenas de mujeres con memorias, discursos y análisis propios. Solo una les dijo que no: Ana Botín. «Nos hubiera encantado que hubiese dicho que sí», dicen, y se encogen de hombros. 40 lo hicieron. Entre ellas la escritoria y teórica Lidia Falcón, la filósofa Ana de Miguel, políticas como Irene Montero y Adriana Lastra, María José Jiménez de Gitanas Feministas por la diversidad, la filósofa y sexóloga Lola Pérez, la socióloga Cristina Hernández, la camarera de piso Inma Rodríguez, Antoinette Torres de Afroféminas o la directora de porno Anekke Necro. ¿Para decir qué? Lo resume bien Nuria Varela en los primeros minutos, que ningún indicador habla todavía de igualdad.

«Pero la igualdad, el feminismo, sí se ha convertido ya en un tema de conversación. Es algo común. En la calle, en los bares, en la política, en los medios, en los colegios…», apunta Márquez (Madrid, 1978). «¿Sí? ¿Tú crees que por ejemplo se lee a más mujeres en los colegios?», le pregunta Jaenes (Madrid, 1983). Se conocen desde hace 20 años y se miran exactamente así. Márquez le contesta que no en el currículo formal, pero al menos «son conscientes y saben que no se leen y que esas mujeres que la historia ha olvidado existen, están ahí, el feminismo las está recuperando».

Entonces, al ir a coger la taza de café con leche, Márquez se para durante un segundo, acaba de recordar: «Hay una cosa que refleja esto y que me encanta como ejemplo, las Venus de Willendorf, que siempre se dio por hecho que las habían tallado hombres y que eran amuletos de la fertilidad y un estudio apuntó a que lo más probable es que las hubiesen hecho mujeres, porque la forma en la que están talladas es como una mujer mirándose». La periodista y comunicadora audiovisual, dedicada ahora mismo al mundo del guion, se refiere a un artículo de 1996 sobre el origen de esas estatuillas ya icónicas en el que las antropólogas LeRoy McDermott y Catherine Hodge apuntaron que las «aparentes distorsiones de la anatomía se convierten en representaciones adecuadas si consideramos el cuerpo visto por una mujer que se mira a sí misma».

Durante siglos ha ocurrido lo contrario: mujeres mirando hacia delante, hacia atrás y hacia los lados, pendientes de todo y de todos, cuidando, curando, cocinando, pariendo, limpiando. «Eso se acabó», apostilla Jaenes, periodista y reportera en La Sexta. «Y en realidad», recuerda, «eso se acabó hace tiempo, aunque no nos diésemos cuenta». Ambas coinciden en que lo que ahora se ha extendido al debate público viene hablándose y rumiándose desde hace tiempo en ellas y entre ellas. «La violencia sexual, el miedo a volver sola a casa de noche, el mansplaining, los piropos por la calle… Aunque no fueran temas establecidos, sí estaban en nuestras conversaciones», recuerda Jaenes. Márquez hace otro apunte, el 15-M. «Aquello que parecía tan abierto y tan social cerró la puerta al feminismo. En el 15M se desplegó una pancarta que decía La revolución será feminista o no será. Y la hicieron cerrar, como en plan ‘no nos vengáis ahora con vuestras cosas que estamos ahora con otras más importantes». Aquello fue en 2011 y, ambas coinciden, entre 2013 y 2014, esa capa invisible que todavía lograba contener las quejas y reivindicaciones se empezó a resquebrajar.

Rompió del todo el 8 de marzo de 2018. «Sabíamos que teníamos que empezar a grabar ese día, aunque nunca pensabamos que iba a ser… tanto como fue. Tanto», dice Jaenes apretando una sonrisa. Hace una mueca y se mueve como si le acabase de dar un escalofrío. Exactamente lo mismo que sucede cuando aparecen las imágenes de aquel atardecer en el documental. La Cibeles tintada de violeta, rodeada de una masa de gente sin fin, el sonido de los tambores golpeados por batallones de chicas. Un trío de abuelas que se paran ante la cámara, una abuela que dice, firme, que hay detrás están sus hijas y sus nietas después de mucha lucha, y que eso es lo que van a seguir haciendo ahora, «luchar».

Una batalla condensada en una hora y 26 minutos. Pelear porque, de una vez, quede claro qué es el feminismo (igualdad entre mujeres y hombres, no se cansan de repetir las cuatro decenas de mujeres que aparecen), porque se entienda que mirar el mundo a través de él es «un camino largo y maravilloso», como apunta la artista visual Yolanda Domínguez en un momento del vídeo, «una liberación y una carga», apostilla la guionista y comunicadora Isa Calderón; porque se cojan fuerzas mirando a cualquier parte del mundo, donde «ya no hay un solo sitio que no tenga alguna organización feminista» y eso significa que «se ha abierto un momento inédito y único para las mujeres», sentencia Rosa Cobo, teórica y socióloga de género. Porque no se olvide a las ultraderechas que cercenan las victorias políticas y sociales igualitarias y, según Irene Montero, «porque el movimiento feminista es la única fuerza capaz de parar a los Trumps y los Bolsonaros». Por el futuro, sonríe y cierra el documental Lidia Falcón, porque «el futuro será feminista o no será».

«Porque ya ha llegado el momento, y es imparable», añade Jaenes. «Sí, nos hemos cansado de esperar», concluye Márquez.

—¿Como tu nombre de usuaria en redes sociales?.

—Pues mira, sí. [se ríe] Viene de una webserie de hace tiempo. Pero así estamos: jartitas de tó.

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