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‘OT 2018’ gala 10: ‘Mi novio es un zombi’

María acaba expulsada, Famous por fin ha despertado del todo y Miki se vuelve a librar

El recientemente fallecido William Goldman ilustraba la diferencia entre realista y verosímil con la historia de aquel señor que se coló en el palacio de Buckingham, evitó todos los controles de seguridad y se metió en la habitación de Isabel II. Es realista (porque ocurrió) pero no verosímil (porque nadie se lo creería de verlo en una película). Pues Pablo, el novio de María, es realista (porque ocurrió) pero no verosímil (porque nadie se lo creería si se le describe en una crónica). Y además es lo más auténtico que ha ocurrido en toda esta edición de Operación Triunfo.

La noche empieza con los concursantes cantando Camina con otra letra y Roberto Leal avisando de que tiene algo muy importante que anunciar (spoiler: siempre que dice eso es una gira). María canta Because The Night como una rockera lánguida de los setenta desbordada por las ganas de quitarse la ropa. Y cuando aparece un chaval con un tatuaje («Dolores») en la frente, le agarra el culo y le grita «¡estás hecha un mantecón!» (no es un espontáneo que se ha colado en el plató, que podría serlo, sino su novio), a punto está de quitarle la ropa él. Pablo explica que lo que más ha echado de menos de María es «su culo» y que lo primero que van a hacer si la echan es «follar».

A muchos en Twitter se les cae el monóculo porque consideran que ser deseada por tu novio no es feminista. El ímpetu de Pablo podrá ser indiscreto, bochornoso o vulgar, pero machista es decirle esas cosas a una desconocida, no a una novia. Y hay pocas cosas más románticas que follar bien.¿Qué habría sido más aceptable? ¿Que le pidiera en matrimonio? ¿Que le hiciera un flashmob?¿Que, como hizo Joan Garrido en la gala 0, se refiriera a su novia como «un encanto de chica»? María es una punkarra y claramente su novio le hace feliz. El resto no es asunto nuestro, por mucho que haya salido en televisión, como tampoco lo es lo que sale en Lecturas.

Sabela canta Te necesito vestida (y peinada) como Rachel en el capítulo de Friends en el que se pone un picardías y de repente llegan los padres de su novio y ella se sienta en el piano. Al igual que hicieron con Marilia la semana pasada, insisten en colocarle a Sabela un sexy estándar en vez de animarla a encontrar su propio sexy (si es que quiere). Sus agudos son hermosos como beber agua cuando estás de resaca, pero Capde no debería haberla dejado salir a ese escenario con unos graves que su garganta no puede hacer.

Luis Cepeda aparece con cara de venir de donar sangre y canta una canción que en absoluto se parece a todas las de Antonio Orozco y que casi nos hace echar de menos el rap de Camina. Las chicas recuperan protagonismo en los vídeos con una declaración contra la violencia de género («no son muertes, son asesinatos») y unas críticas a que el programa canonice a Miki «por ser muy inclusiva» mientras no se considera destacable que ellas sean feministas. Lucha social y autocrítica. Ningún reality español ha hecho tal cosa jamás.

Alba canta Lost On You como una exnovia en la puerta de un bar que empieza con «yo solo quiero hablar tranquilamente» y acaba gritando «TE LO HE DADO TODO SOIS TODOS UNOS CABRONES». Dios sabe por qué (aunque, si Dios viera OT, Chenoa nunca habría quedado cuarta) aparecen unos bailarines con las máscaras de la purga y no descartemos que Pablo sea uno de ellos. De repente todos desaparecen. ¿A quién están asesinando fuera de plano? ¿Se habrán ido todos al videoclip de Ricky? Miki canta Promesas que no valen nada dando un paso más en su implacable evolución y la vena se le pone tan tensa que podría pedir la independencia del cuello. Julia canta A que no me dejas y ya está definitivamente colocada en el mercado musical. Cada vez que ladea la cabeza con esa cara de «ay si vas a la cocina ponme un poleo menta» está un poco más cerca del número 1 de Cadena Dial y cómo me alegro tía de verte ahí.

Ana Belén es la única persona que ha estado cómoda sobre ese escenario en esta edición y responde a la propuesta de Ana Torroja, que tiene una expresión permanente de «acabo de cruzarme con Pablo y he agarrado fuerte el bolso», diciendo que se lo va a pensar. En 2002, Ana Belén cuestionó en Lo + plus si OT le daría la oportunidad a artistas como Victor Manuel o Joaquín Sabina: vocalmente no ortodoxos pero que proponen cosas que nadie ha hecho antes. La expulsión de esta noche demostrará, 16 años después, que la respuesta es no.

Natalia empieza The Scientist tan a punto de llorar que dónde va a ir a partir de ahí. Al suelo, como Idaira en Inevitable, no porque ella no puede agacharse: su disfraz de jeroglífico sensual es incomprensible. ¿Lleva estampada toda la cabecera de Big Bang Theory? ¿Es un manifiesto Illuminati? ¿Es el plano para salir de la cárcel de Prison Break? Natalia tiene la misma cara de llorar que Lydia Lozano, pero vocalmente consigue que parezca que no hemos escuchado The Scientist nunca, a pesar de que la mayoría de los seres humanos la tienen aborrecida de tan manida. Las pantallas sacan cadenas de ADN porque el encargado de los visuales ha quemado todos los puentes y se está encendiendo un porrito con las brasas, pero al menos no salen los bailarines a contonearse vestidos de los glóbulos rojos de Érase una vez la vida.

Y entonces aparece Famous y su Uptown Funk demuestra por qué sus padres le pusieron a él Famous y a su hermano Fernando. Tras 10 semanas dando la turra con su «enorme potencial», Famous por fin ha despertado del todo y, de paso, sus pantalones han desvelado que el potencial no es lo único enorme de Famous. Pero nada podría eclipsar este derroche de cara dura, de fiestón y de calentito corporal con una realización con semejante sentido del ritmo electrizante que deja claro lo mal que han estado realizadas las otras 94 actuaciones de la edición. Y al terminar, todos los espectadores se han quedado embarazados de Famous: si esta actuación fuese un polvo (y por momentos lo ha parecido) sería uno divertido, con amor, con sudor y llegando al orgasmo a la vez. Que es, por otra parte, exactamente como va a acabar la noche María.

Ella es la expulsada y es una mala noticia (no para Pablo, sí para la guiri que duerma en la habitación de al lado en ese hotel) porque ha hecho cosas que no se habían hecho nunca en OT. María comienza sus agradecimientos con Pau, el médico, que cabe suponer que es el señor que le dio «una valeriana y otras dos pastillas que me han dejado por ahí» a Alba Reche en la gala 0.

A Alba la nomina Manuel Martos, con más cara de «yo es que no veo OT» que nunca, y los profesores la salvan. Los compañeros optan por Miki y se quedan Sabela y Marta, que tendrá la semana que viene una nueva oportunidad de no enseñar los brazos. ¿Qué música van a hacer Marta y Sabela tras el concurso?

El programa no se ha tomado la molestia de construirles un sonido como sí han hecho con los otros seis. Ya no hay tiempo para solucionar el ostracismo en el que llevan aburriéndose desde la gala 0. El furor de actuaciones como la de Famous ensordece el hecho de que OT, por primera vez en 10 ediciones, ha tratado a varios concursantes como coristas.

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