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Oliver Laxe y Albert Serra, premiados en Cannes

Los dos directores españoles reciben sendos galardones del jurado en la sección Una cierta mirada

Oliver Laxe y Albert Serra ha logrado esta noche dos de los galardones del palmarés de la sección Una cierta mirada, decididos por un jurado presidido por la cineasta libanesa Nadine Labaki. En concreto, O que arde, de Laxe, se ha llevado el Premio del Jurado, y Liberté, Albert Serra, un Especial del Jurado.

El premio a la mejor película ha sido para la brasileña A Vida Invisível de Eurídice Gusmao, de Karim Aïnouz, el galardón a la mejor interpretación para Chiara Mastroianni (por Chambre 212), la mejor dirección recayó en Kantemir Bagalov (el realizador de Tesnota), por Beanpole, y además el jurado -en el que estaban, además de Labaki, el director argentino Lisandro Alonso, la actriz francesa Marina Foïs, el director belga Lukas Dhont y lal productora alemana Nurhan Sekerci-Porst- decidió otorgar otros tres trofeos: a La femme de mon frère, de Monia Chokri; The Climb, de Michael Angelo Covino, y Jeanne, de Bruno Dumont. El jurado de Una cierta mirada solo tiene la obligación de deliberar el galardón a mejor película, el resto se deja a su iniciativa.

Según el orden en que el jurado ha anunciado el palmarés, ha considerado al filme de Laxe como el segundo mejor de la sección y al de Serra, el tercero. Hace unos días, el cineasta gallego explicaba que su película suponía su vuelta a casa, a Galicia, tras 10 años viviendo en Marruecos. «Es mi casa y a la vez no lo es, porque un cineasta siempre es extranjero, debe poseer una distancia para filmar». Con O que arde, Laxe logra otro premio en el certamen francés: con su primera película, Todos vosotros sois capitanes (2010), ganó uno de los premios Fipresci de la crítica internacional. Con la segunda, Mimosas (2016), obtuvo el Gran Premio de la Semana de la Crítica. En la película el director cuenta, con más narrativa, el retorno a casa, tras cumplir su condena, de Amador, un pirómano que, como dicen a su lado, «casi quema medio Lugo». En el pueblo le espera Benedicta, su madre, tan mayor como llena de energía. La inclusión de Amador es compleja y más cuando estalla un nuevo incendio. O que arde tiene una potencia visual exuberante y un sonido, tanto el de ambiente como la música, cuidadísimo. «Yo no justifico al pirómano, sino que creo que hay mundos difíciles, que debemos cortar la cadena del dolor. Por eso no hay dialéctica, el espectador intentará entender a todos», contaba el realizador.

Por su parte, Liberté describe una noche en un bosque europeo del siglo XVIII donde los ilustrados expulsados de la corte de Luis XVI se dedican al cruising (sexo en lugares públicos). «En realidad, es más transgresor lo que dicen que lo que se ve», contaba Serra en su promoción en Cannes. La película desarrolla una idea que apuntó en una instalación, Personalien, en febrero en el Reina Sofía. «Me gusta más la película que la instalación, porque es más dura. Si en Personalien había placer culpable por parte del espectador, y participabas un poco, aquí en Liberté la frontalidad de la pantalla lleva a la alteridad con los personajes. Y he podido contar algo más de esa evolución histórica, que yo he llevado hacia lo trash», decía.

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