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Nishikori: «Nadal te lleva más allá del límite, es muy duro»

Nishikori, en su partido ante Paire –

El japonés, una especie de héroe en su país, será el rival del español en cuartos de final y admite la magnitud del reto

Frío como un témpano, Kei Nishikori se liberó, por fin, después de rematar ayer un partido incomprensible ante Benoit Paire, resuelto en dos entregas que se fueron hasta las tres horas y 55 minutos de agonía. Como el domingo no se pudo terminar el duelo por falta de luz, quedó todo para el lunes, y ahí que llegó el japonés con dos sets a uno de ventaja, pero el desenlace fue dramático, necesario un quinto set después de que Paire salvara dos bolas de partido en el cuarto que le concedieron otra vida y que desperdició cuando sacaba para colarse entre los ocho mejores de Roland Garros. Nishikori, un tenista que siempre tiene la misma cara, acabó silenciando a la Suzanne Lenglen y se impuso por 6-2, 6-7 (8), 6-2, 6-7 (8) y 7-5 para llegar hasta Rafael Nadal, tremendo el desafío que se le presenta esta tarde (16 horas, Eurosport y ABC.es). «Va a ser muy duro, eso lo tengo claro», vaticina.

Nishikori no es un jugador de verbo fácil, bastante tímido e igualmente inalterable en el cara a cara. Mira a los ojos y mantiene siempre una educación excelente, con una sonrisilla vergonzosa en sus respuestas, que tampoco son excesivamente largas. De hecho, su rueda de prensa de ayer después de derrotar a Paire fue un visto y no visto, aunque también es verdad que se explayó cuando llegó el turno de la prensa japonesa. Tiene su gracia porque desde que se asentó en la elite, un elenco de reporteros asiáticos le persigue por todo el planeta, convertido en una especie de héroe en su país de nacimiento.

«Bueno, realmente no me siento como tal. Yo vivo en Estados Unidos (se fue a los 14 años para seguir su progresión en la academia Bollettieri) y no percibo tanto lo que pasa en el día a día de Japón», describe en su charla con ABC. «Es verdad que hace unos años me llamó mucho la atención, me impresionaba ver a tantos periodistas japoneses siguiéndome por todo el mundo, pero ya forma parte de mi día a día, es una situación normal. Intento no ponerme más presión de la que toca», completa. Ahora el protagonismo lo comparte con Naomi Osaka, número uno de la WTA, campeona del US Open y del Abierto de Australia y eliminada antes de hora en París. «Es un gran momento para nuestro tenis. Me hace muy feliz que Naomi esté ahí. Tenemos una gran relación».

Multicultural

Nishikori, de todos modos, mantiene cierta distancia con la prensa, e incluso su entorno informaba de tres horarios distintos de llegada cada vez que regresaba a Tokio para que no le molestaran (ahora suele moverse en jet privado), y eso que el tenis no es el deporte rey en Japón. «No tiene nada que ver con lo que pasa en España, por ejemplo. Creo que está creciendo el interés, va a más, pero queda bastante. En Japón hay más pasión por el béisbol, el fútbol… El tenis es un deporte minoritario, puede que el quinto o el sexto».

En realidad, él es el resultado de la globalización. Lleva a Japón en la sangre, su educación ha sido norteamericana y le acompaña un equipo con varias banderas. Desde hace años le entrena Dante Bottini, argentino, y también lleva tiempo escuchando los consejos de Michael Chang, al que estos días se le felicita por París porque hace 30 años que conquistó Roland Garros, imposible olvidar esa final contra Edberg y ese saque de cuchara ante Lendl que dio la vuelta al mundo. «Mi mánager es holandés, mi entrenador argentino, hay gente americana, yo japonés… Es un combo extrañísimo, pero un equipo muy bueno».

Con 29 años y 12 títulos en su historial, Nishikori forma parte de ese grupo de jugadores buenísimos a los que, sin embargo, les falta un gran trofeo. «Tengo títulos importantes, pero me falta uno grande. Ese debe ser mi objetivo. Cada año me marco retos, y obviamente pienso en ganar Masters 1.000, ganar Grand Slams… He estado en muchas finales de Masters 1.000 (4) y en la del US Open (2014), me queda un poquito para conseguirlo».

Parece poco probable que sea en París, pues hoy se cruza con Nadal, campeón once veces aquí y con el que va 10-2 abajo en el cara a cara (4-0 en arcilla). «Cuando he jugado contra él en tierra he disfrutado, pero también se pasa mal. No hay nada más duro que jugar contra él en esta superficie, es el mejor. Es complicadísimo mantener el ritmo y cuesta ser agresivo, te lleva más allá del límite. Es el gran campeón de la tierra, pero lo voy a intentar, eso seguro».

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