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Misión, fotografiar la nueva Europa

Una exposición en el Museo ICO recorre las grandes transformaciones en el paisaje rural y urbano del Viejo Continente de las últimas cuatro décadas

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Si ya tiene una cierta edad, piense un minuto en cómo ha cambiado el paisaje que le rodea, sea el de su barrio, pueblo o ciudad. Quizás se abrió una estación de metro, desaparecieron comercios, se construyó un aparcamiento subterráneo, seguro que se levantaron viviendas… Documentar esas transformaciones en varias regiones del Viejo Continente, gracias a proyectos financiados sobre todo con dinero público, ha sido la tarea de docenas de fotógrafos durante décadas. De ese paciente trabajo puede verse un buen resumen en la exposición Paisajes enmarcados. Misiones fotográficas europeas, 1984-2019, en el Museo ICO, de Madrid, hasta el 8 de septiembre. “Se trata de generar un debate sobre lo que ha ocurrido a nuestro alrededor”, ha señalado en la presentación el comisario, el holandés Fritz Gierstberg. Eso que ha sucedido en Europa, a gran escala es, principalmente, el declive de la industria pesada y la agricultura, el cierre de minas, turismo de masas, el fulgurante incremento de la movilidad y el crecimiento de los suburbios, según los organizadores de la exposición.

La más importante y primera de estas ocho misiones europeas, que abre esta muestra perteneciente a PHotoEspaña 2019, fue la francesa DATAR (1984-1989), en la que 29 fotógrafos internacionales disfrutaron de seis meses a un año para registrar, por ejemplo, las nuevas instalaciones en los suburbios, algo que hizo un clásico como Robert Doisneau, o las casas junto al mar del milanés Gabriele Basilico, con perspectivas en las que las viviendas parecen comerse las aguas. Raymond Depardon o Lewis Baltz son otras de las figuras que se unieron al proyecto, adquirido por la Biblioteca Nacional de París.

El recorrido continúa en Alemania. Allí se desarrolló, entre 1993 y 1996, el gigantesco plan Fotografía y memoria, encabezado por la Fundación Federal para el Medio Ambiente. El objetivo fue recoger las modificaciones en el país, sobre todo en el Este, tras la caída del Muro en 1989. Un ejemplo, Thomas Wolf, que retrató lo que estaba llamado a desaparecer, molinos de aceite, dársenas, fábricas… Él fue uno de los 56 autores requeridos, que produjeron 18.000 negativos, todos en blanco y negro.

Más al norte, Ekodok-90 nació de la preocupación ecológica por los cambios rurales en Suecia, entre 1990 y 1994, con la participación de museos regionales de todo el país. En Italia, este hilo de la intranquilidad por lo que sucede con el medio ambiente se plasmó en Línea di confine, una tarea ambiciosa focalizada en el norte del país, en las provincias de Reggio Emilia y Módena, que implicó a reporteros de varios países desde 1999 y que sigue viva.

Llegados a este punto, Gierstberg se preguntó por qué en España no ha habido impulsos desde alguna Administración para replicar lo que se hacía en otras partes de Europa. Un guante lanzado a la espera de respuesta que, en cambio, sí ha tenido sus frutos en Rumanía y Dinamarca, también presentes en las paredes del Museo ICO. En territorio español, los únicos intentos han sido Survey, en 1990, por la Barcelona preolímpica, y Ría de Hierro (1993), sobre la reconversión industrial de Bilbao, «pero su alcance geográfico y temporal fue mucho menor que el de estas misiones», argumentan los responsables del montaje. «El paisaje es cultura, es la expresión de una comunidad viva», dijo el comisario, que remarcó la importancia de las misiones citando al paisajista estadounidense John Brinckerhoff: «El paisaje es la historia hecha visible».

La propuesta suiza es minimalista. Las mismas calles de Schlieren, una pequeña ciudad dormitorio a las afueras de Zúrich, fue objetivo de los fotógrafos cada dos años desde 2005, para captar hasta la novedad más nimia. Un detallado inventario que finalizará en 2020.

La guinda a este peculiar paseo por Europa es Transmanche, iniciativa surgida en 1987 como consecuencia de la construcción del túnel del canal de la Mancha, inaugurado en mayo de 1994. Las obras para esta conexión entre Francia y Reino Unido contaron con el blanco y negro de Josef Koudelka, y los puertos y viaductos retratados por Bernard Plossu, entre otros muchos. Sin embargo, esta colaboración franco-británica ha tenido un final que «parece marcado por la amenaza del Brexit», apuntó Gierstberg. «Cuando fuimos a montar la exposición, en Gran Bretaña nadie supo decirnos dónde están los originales, han desaparecido». No parece que al otro lado del canal de la Mancha Europa importe demasiado.

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