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La muerte dulce de la eutanasia controlada: morir en casa sólo si se está convencido de ello

Ángel le suministra una sustancia letal a su mujer.

La detención de un hombre por contribuir al suicidio asistido de su mujer vuelve a poner en el candelero la legalización de la eutanasia en España. 

Dicen algunos detractores de la eutanasia que, si se aprobara una ley para legalizarla, muchas personas morirían sin realmente quererlo. Pero basta con echar un vistazo a la web de Dignitas, la asociación suiza pionera en facilitar el suicidio asistido a sus miembros, que sólo un pequeño porcentaje de los mismos recurrieron a este servicio cuando llegó la hora, ya que la mayoría se siente «suficientemente protegido» con el documento de instrucciones vitales, que dice qué quiere que se haga con ellos en caso de llegar a una situación de salud irreversible. 

No ha sido el caso de María José Carrasco, que se ha suicidado este miércoles con la ayuda de su marido, Ángel Hernández, que ha grabado un vídeo del momento y lo ha facilitado a la cadena Telecinco. En la cinta se ve como Ángel le suministra un líquido y le advierte de que «puede saber mal«. Antes de hacerlo, le pregunta hasta tres veces si está segura de que quiere acabar con su vida. «Cuanto antes», dice ella, enferma de esclerosis múltiple desde hace 30 años y que llevaba pidiendo la legalización de la eutanasia al menos un año, sin éxito. 

Pero, ¿cómo murió María José? No han trascendido los detalles de la sustancia que consumió de un vaso y a través de una pajita. Sabemos, eso sí, que era poca cantidad, porque así se lo explica su marido antes de dárselo. La policía le detuvo tras avisar él mismo al SAMUR de que había suministrado una sustancia letal a su mujer. 

En el vídeo tampoco se ve lo que tarda la mujer en morir ni si sufre; la imagen se corta en el momento en que se la bebe y su marido le agarra de la mano y le dice: «Quiero notar la ausencia definitiva de tu sufrimiento». 

«Hasta ahora nadie ha ido a la cárcel por este delito«, reconocía hace unos meses el presidente de Derecho a Morir Dignamente (DMD), Fernando Marín, a EL ESPAÑOL. Esta asociación pide la legalización de la eutanasia y este jueves emitía un comunicado a raíz del caso de María José. «El acto de Ángel Hernández de ayudar a morir a su mujer, a la que ha cuidado durante décadas, sólo puede entenderse como un acto de amor que no debería recibir ningún reproche penal«, reza la nota, que añade: «En ninguna otra cuestión hay tanta distancia entre los deseos de la ciudadanía y la legislación como en el de la regulación de la muerte asistida. Más del 80% de la población está a favor de despenalizar la eutanasia y el suicidio asistido. Sin embargo, el artículo 143 del Código Penal sigue castigándola con penas de prisión».

Marín comentaba a este diario que, a la hora de optar por un suicidio asistido, es importante informarse bien. «Hay gente que se cree que basta con coger un puñado de pastillas y tomárselos, pero los psicofármacos que se venden en la farmacia son bastante seguros en la actualidad», desvelaba. Así, existe mucha variabilidad individual. «Puede suceder que te tomes una caja entera de barbitúricos, estés 24 o 30 horas durmiendo y te vayas recuperando y acabes sin ninguna secuela», explicaba este médico.

Marín reconocía entonces que es posible comprar medicamentos para acabar con la vida de otra persona sin sufrimiento, pero que es ilegal y que es un importante caldo de cultivo para estafadores. Por esta razón, en su asociación ponen a disposición de sus socios– que han de pagar la cuota anual- la Guía de muerte voluntaria, un documento que se actualiza con información de las distintas asociaciones «promuerte digna» del mundo y que indica dónde comprar los fármacos, qué medicamentos se han de adquirir y en qué forma y dosis se han de tomar. 

El documento no se encuentra en internet. Las asociaciones recomiendan hacer este proceso con asesoramiento, porque de ello puede depender que el enfermo sufra o no o incluso que logre o no su propósito de fallecer. 

El fármaco más utilizado en Holanda y Bélgica -donde sí es legal la eutanasia- para provocar la muerte de alguien que quiere acabar con su vida es el pentobarbital sódico, un medicamento que en España no se puede adquirir en farmacias. 

[Más información: Matarse con fármacos ni es fácil ni indoloro: ¿por qué hay que despenalizar el suicidio asistido?]

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