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La censura y el silencio oficial tapan el 30º aniversario de Tiananmen en China

En Hong Kong, el único territorio chino donde ha podido conmemorarse, decenas de miles de personas han participado en la vigilia anual

Nada recordaba este martes en la plaza de Tiananmen el aniversario que se cumplía este martes, 30 años del sangriento fin de las manifestaciones que durante seis semanas y hasta el 4 de junio de 1989 reclamaron reformas, libertad de prensa y democracia. Ningún periódico chino recordaba la efeméride. En el telediario, una de las noticias más destacadas era la presentación del logo de los 70 años de la fundación de la República Popular de China. Un año más, en todo el territorio del país solo Hong Kong podía rendir homenaje público a las víctimas —¿centenares? ¿miles? Nunca se ha sabido— de aquella matanza. Allí, decenas de miles de personas salían a la calle para participar en una vigilia en recuerdo de la tragedia.

Ningún acto público estaba autorizado en China para marcar el aniversario del fin de aquellas manifestaciones que se habían extendido por todo el país para exigir reformas, libertad de prensa y, finalmente, democracia. Unas protestas que terminaron trágicamente cuando el Gobierno chino dio la orden al Ejército de atacar, en la noche del 3 al 4 de junio. Nunca ha llegado a esclarecerse el número de víctimas, y las conjeturas las sitúan desde cerca de 200 a 10.000, aunque las cifras más probables oscilan entre los 300 y el millar.

La única alusión oficial al aniversario llegaba por boca del portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Geng Shuang, a preguntas de los periodistas en la rueda de prensa diaria de este departamento. “El prodigioso éxito (económico) muestra que la decisión que tomaron (los líderes chinos en 1989) fue la correcta”, aseguró. “Protegió la estabilidad de China y su entorno, y el pueblo chino seguirá avanzando por el camino del socialismo con características chinas”.

En los alrededores de Tiananmen, en un día plomizo, la seguridad era más estricta que nunca. Numerosos vehículos de policía, accesos cerrados al tráfico en el lado este, y una dotación especialmente abundante de agentes de uniforme y de paisano se sumaban a las omnipresentes cámaras y controles de acceso con arcos metálicos y dispositivos de reconocimiento facial en uno de los puntos más vigilados del territorio chino. Para acceder era necesario presentar la documentación, y los periodistas extranjeros veían bloqueado el acceso, con el argumento de que necesitaban un “permiso especial”.

“Policías uniformados ordenaron que se borraran imágenes y amenazaron al menos a un periodista de sufrir consecuencias a la hora de renovar su visado, por intentar ejercer su trabajo en ese área. Autoridades de paisano siguieron a los periodistas cerca de la plaza. Varios periodistas fueron detenidos por policías que dijeron que querían verificar la autenticidad de sus documentos, incluida una tarjeta de prensa emitida por el propio Gobierno chino”, denunció el Club de Corresponsales Extranjeros de China en un comunicado.

La censura operaba a toda máquina en el ámbito cibernético. Las búsquedas de palabras relacionadas con Tiananmen o el 6-4 (como se alude en China a la tragedia) en las redes sociales chinas conducían a una pantalla con el logo oficial del 70º aniversario de la fundación de la República Popular, que se conmemorará —este aniversario sí por todo lo alto— el 1 de octubre.

En Hong Kong, la situación contrastaba radicalmente. Según los organizadores de la vigilia, casi 200.000 personas, frente a las 115.000 del año pasado, participaron en la marcha con velas que salía desde el parque Victoria y recorría el centro de la antigua colonia británica. La Policía, en cambio, cifraba la participación en 37.000, el doble que en 2018.

Motivados tanto por el aniversario como, este año, por un proyecto de ley de extradición que permitiría por primera vez entregar a China a los fugitivos que este país reclamase, gente de todas las edades, muchas con camisetas negras o blancas —el color del luto en Asia— lucían pancartas donde instaban a no olvidar.

“Debemos hablar por la gente sin poder que ha quedado silenciada en China, o nos convertiremos en cómplices de la tiranía”, declaraba a los concentrados Albert Ho, líder del grupo prodemocracia hongkonés Alliance, en comentarios recogidos por el periódico South China Morning Post.

El aniversario daba motivo a un nuevo asalto en la pelea ya casi constante entre China y Estados Unidos, enzarzados en su guerra comercial y tecnológica. El secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, reclamó este martes que China ponga en libertad a todos sus presos políticos y rindió homenaje a “los héroes del pueblo chino que valientemente se levantaron hace 30 años en la plaza de Tiananmen para reclamar sus derechos”.

En un comunicado, su embajada en Washington replicó que las palabras del secretario de Estado se debían a “prejuicios y arrogancia”. “Los derechos humanos en China están en mejor momento que nunca”, ha sostenido la legación. “Nunca podrán tener éxito quienes intenten tratar con condescendencia o intimidar al pueblo chino de cualquier manera, o predicar un ‘choque de civilizaciones’ para resistir las tendencias históricas. Solo conseguirán acabar en las cenizas de la historia”.

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