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La batalla por la cúpula comunitaria amenaza con bloquear la UE

Los 27 socios de la UE, reunidos de espaldas al Reino Unido, reafirman su intención de mantenerse unidos a las duras y a las maduras tras el Brexit

Unanimidad sobre el largo plazo, bronca sobre el corto. La cumbre en torno al futuro de Europa celebrada este jueves en Sibiu ha desencadenado ya la batalla por la cúpula comunitaria encargada de gestionar el club los próximos cinco años. Los 27 socios de la UE, reunidos de espaldas a un Reino Unido que lleva tres años en la puerta de salida, reafirmaron su intención de mantenerse tras el Brexit unidos a las duras y a las maduras. “No hay cabida para las divisiones que operan en contra de nuestro interés colectivo. Nos mantendremos unidos, pase lo que pase”, promete la solemne declaración suscrita por unanimidad. Pero el compromiso de unidad eterna no impidió que cada presidente de Gobierno defendiera que peleará por sus respectivos candidatos para hacerse con los puestos pendientes de un relevo más inmediato.

La primera refriega ha puesto de manifiesto las diferencias ante el cambio en puestos tan esenciales como la presidencia de la Comisión Europea, del Consejo Europeo, del Banco Central Europeo (BCE), de la Eurocámara y la Representación Exterior de la UE.

El presidente del Consejo, Donald Tusk, se ha propuesto englobar los cinco puestos en un gran paquete que le permita resolver en la cumbre de junio de una tacada la renovación de la cúpula de la UE. Y pese a las diferencias que salieron a la luz en Sibiu, Tusk se mostró confiado, aunque advirtió: “No estoy dispuesto a perder tres meses buscando el consenso”.

El polaco tiene previsto convocar una reunión de líderes el 28 de mayo, solo 48 horas después de conocerse el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo. A partir de ese análisis, planteará los posibles nombramientos en la cumbre de junio, donde espera aprobarlos aunque sea sin unanimidad. En 2014, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ya fue elegido con el voto en contra del Reino Unido y Hungría. Y la Alta Representante de Política Exterior, Federica Mogherini, tampoco logró la unanimidad; hubo una abstención, recuerdan fuentes diplomáticas.
La batalla se centra, de momento, en la presidencia de la Comisión Europea, cuyo nombramiento debe tener en cuenta el resultado de las elecciones europeas. Varios partidos, con populares y socialistas a la cabeza, han designado aspirantes a suceder a Juncker al frente de la Comisión.
Aritmética parlamentaria

El alemán Manfred Weber, por los conservadores, y el holandés Frans Timmermans, por los progresistas, recorren el continente con el objetivo de darse a conocer como principales candidatos al puesto. Pero dentro y, sobre todo, fuera de sus partidos, hay serias dudas sobre la legitimidad y la viabilidad de sus candidaturas.

“El Consejo Europeo no puede garantizar de antemano que vaya a proponer a uno de los cabezas de lista como presidente de la Comisión Europea”, advertía Tusk ya el año pasado, antes de la puesta en marcha del proceso.

Los liberales, que al igual que Emmanuel Macron se han desmarcado del proceso de selección ideado por las dos grandes familias políticas, se mostraron bastante más despreciativos hacia el proceso. “No creo que sea la forma correcta de hacerlo”, sentenció el presidente francés. El primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, se burlaba abiertamente de las supuestas candidaturas europeas de Weber o Timmermans. “Pregunten a mis votantes: no tienen ni idea de quién es el candidato de ningún partido”, se rió Bettel a su llegada a Sibiu. Macron abogó por elegir al mejor candidato posible.

La polémica ya se produjo en 2014, cuando un grupo de países encabezados por el británico David Cameron y con el apoyo inicial de la canciller alemana, Angela Merkel, intentaron impedir el nombramiento de Juncker, candidato designado por el Partido Popular Europeo. Pero el proceso resultó imparable una vez que los populares ganaron las elecciones y el líder de los socialistas en el Parlamento, el alemán Martin Schulz, respaldó al vencedor. Merkel y el resto de líderes, salvo Cameron y Viktor Orbán, se resignaron a nombrar al luxemburgués.

En 2019 la aritmética parlamentaria se anuncia más complicada, con una caída de los dos grandes partidos que, por primera vez en 40 años, no coparán más del 50% de los escaños. El propio Weber es consciente de la dificultad. Y en Sibiu anunció que si el Partido Popular Europeo gana, “al día siguiente” llamará “a socialistas, liberales y verdes para ofrecerles un entendimiento”. “Solo juntos podremos estabilizar Europa”, cree.

Tras arremeter contra Macron y los liberales —“¿qué tiene de malo decir a los votantes quién es el candidato antes de las elecciones?”—, advirtió de que la UE se expone a un bloqueo si se elige a un presidente de la Comisión al margen de las candidaturas de los partidos. “Con el Brexit de por medio, no creo que nadie quiera una crisis institucional en la UE”, amenazó el alemán, destacado miembro de la CSU (partido hermano de la CDU de Merkel).

La candidatura de Weber, sin embargo, flaquea por momentos. La previsible caída del PP en España le restará apoyos en uno de los países con más escaños (54 en total). Y la participación del Reino Unido supone, con toda probabilidad, casi una veintena de escaños para los socialistas y ninguno para los populares. Fuentes populares llegan a sugerir “que debería alcanzarse un pacto para que ningún partido acepte contar con los votos de los europarlamentarios británicos”. Esa propuesta tiene pocos visos de prosperar, lo que deja la elección del jefe de la Comisión más abierta que nunca.

La intención de Tusk de agrupar los nombramientos también perjudica al aspirante popular, sobre todo si se confirma la candidatura del alemán Jens Weidmann para la presidencia del BCE. El equilibrio geográfico “es una obligación legal”, recordó este jueves Tusk. Y ante el dilema de los dos cargos, la mayor parte de la opinión pública alemana optaría por el BCE.

Merkel, consciente de la situación, se marchó de Sibiu sin mostrar todas sus cartas. “Apoyo la candidatura de Weber”, aseguró. “Pero ya veremos qué pasa”, añadió. Y la canciller rara vez se equivoca en sus pronósticos. Incluso cuando no los explicita.

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