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El triunfo final de los buenos, según Denys Arcand

El canadiense estrena ‘La caída del imperio americano’, con la que cierra su trilogía estadounidense

“Oiga, que yo no me voy a retirar. Para mí cada película es la primera y la última. Intento hacerlas lo mejor que puedo y no elucubro más allá”. La voz del canadiense Denys Arcand (Quebec, 77 años) suena grave y rotunda al otro lado del teléfono. A pesar de su edad, a pesar de que con La caída del imperio americano cierra la trilogía iniciada en 1986 con El declive del imperio americano y continuada con Las invasiones bárbaras (2003), el cineasta no entiende de jubilaciones: “Muchas de mis películas van sobre la amistad, esta también, y me queda un montón por explorar del que creo es el sentimiento más importante en mi vida”.

El director cambió el título de su nuevo estreno al finalizar su rodaje. ¿Argucia publicitaria o reafirmación de conexión con El declive del imperio americano? “En mitad del montaje enseñé la película a amigos y no les gustaba el nombre. No sabía cómo llamarla y decidí volver, por su reflexión, a aquella broma que parafraseaba al Imperio romano. Espero que en el futuro alguien entienda que se describe una época en la que finalizó una manera de ver el mundo”. Entonces, hay una línea temática que cose la trilogía. Arcand resopla: “No me gusta teorizar con los guiones ni sentar cátedra. Yo escribo historias, historias que entretengan”.

En La caída…, un personaje algo naíf, muy inteligente y obtusamente bueno se ve sumergido en una trama digna de David Mamet. “Vive solo, rodeado de libros, no logra relacionarse con las mujeres… Cuando descubre la atracción por el dinero, es suficientemente listo como para buscar gente que sí sepa esconder y manejar esa fortuna. Para mí, la gente inteligente es la que conoce sus límites; en cambio, los estúpidos están seguros de todo. Me gustan las personas que dudan, tanto en la vida real como si son personajes”, resume entre risas. “En cuanto a Mamet, hay un parecido en los diálogos, ¿no? En mis filmes se habla mucho, y no sé por qué. No tengo excusa”. ¿El dinero corrompe a las personas? “No culpabilicemos al dinero de las catástrofes. El dinero es neutro. Ahora bien, con él puedes hacer cosas buenas o cosas malas. Quería escribir una historia en la que un buen tipo roba el dinero, al contrario de lo habitual, que quienes roban son los malos”.

Hablando de gente segura de sí misma, el protagonista reflexiona sobre la elección de Donald Trump y espeta: “Los imbéciles adoran a los cretinos”. Palabras que reflejan lo que piensa Arcand: “Trump es un desastre y ejemplifica la nueva ola de populismo que ha arrasado en la política mundial. Es muy peligrosa y hace que me entre cierta congoja ante el futuro. Cuidado, es importante entender que no todos los votantes de Trump son fascistas, sino que muestran su descontento. En fin, yo soy canadiense, vivo muy bien al norte de los problemas”, y deja estallar una carcajada final.

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