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El misterioso e ilegal viaje de una cabeza romana de un pueblo de Cádiz a Múnich

Un arqueólogo localiza el retrato de Antonia la Menor en una gliptoteca alemana después de que fuese robada en 2010

Antonia la Menor ha tenido un viaje largo, misterioso y, a todas cuentas, ilegal. Es lo único que, por el momento, se puede concluir al azaroso periplo que ha llevado a esta cabeza del siglo I -retrato de la madre del emperador Claudio- en los últimos nueve años. Desapareció a finales de 2010, robada de unas instalaciones municipales de Bornos, un pueblo de la Sierra de Cádiz. No ha habido rastro de la pieza hasta ahora que el arqueólogo José Beltrán la ha localizado en la Gliptoteca de Múnich, un museo especializado en escultura clásica.

 “Lo descubrí por casualidad. Fue un desasosiego hasta que decidí qué hacer”, recuerda Beltrán, catedrático de Arqueología de la Universidad de Sevilla. En el transcurso de un estudio sobre la escultura romana en la provincia de Cádiz, el experto localizó en internet un escaneado en 3D de la pieza expuesta en Munich, el pasado mes de agosto. Al instante, se percató de que se correspondía con las imágenes que él tenía de la cabeza desaparecida en Bornos en 2010 y avisó tanto al Ayuntamiento de la localidad como a la Guardia Civil, encargada de la investigación del robo.

Beltrán no tiene dudas de que se trata de la misma pieza: “La simple comparación de las fotografías y restituciones en 3D corrobora de manera indudable, a mi juicio, que se trata de la misma pieza”. Así se lo ha transmitido a los investigadores en un informe técnico que ha remitido al Instituto Armado. La taxativa afirmación se basa en algo más que las evidencias estilísticas y de rasgos de este retrato de Antonia la Menor. La cabeza de Bornos presentaba una hendidura en la mejilla y la oreja, correspondientes al daño que le hizo un arado cuando se encontró la pieza. En la de Múnich coinciden “exactamente todas las roturas y desperfectos”, según Beltrán.

Aunque el descubrimiento del catedrático se produjo hace ya nueve meses, no ha sido hasta este mes de mayo cuando el caso ha trascendido, después de que el Consistorio haya informado del hallazgo en una nota de prensa. “El procedimiento es largo. Hemos esperado hasta que el Ayuntamiento no se ha personado ante la Justicia como parte interesada en el proceso”, explica el alcalde Hugo Palomares sobre una investigación que está dirigiendo el juzgado de Primera Instancia Número 2 de Arcos de la Frontera.

El retrato de mármol desapareció a finales de 2010 de la vitrina en la que se exponía en el Centro de Interpretación del Castillo Palacio de los Ribera del pueblo. La corporación municipal de entonces denunció el robo, perpetrado sin signos de violencia y, aparentemente, en un descuido. Pese a la insistencia del Ayuntamiento, pronto la investigación policial entró en una vía muerta, sin cabos de los que tirar. “Cada vez que nos entrevistábamos con el Seprona -cuerpo de la Guardia Civil encargada de los delitos contra el patrimonio- o con las universidades por cualquier otro tema, recordábamos el caso”, asegura Palomares.

El periplo de la pieza en estos casi nueve años es toda una incógnita. En la Glipoteca de Múnich se exponía como una cesión de un coleccionista privado y de procedencia inglesa. Tras descubrir que, en verdad, tiene su origen en el sur de España y que la pieza puede estar implicada en un robo, el museo “se la ha devuelto a su propietario”, asegura el catedrático de la Universidad de Sevilla. La investigación policial y judicial tendrá ahora que confirmar que el Ayuntamiento de Bornos es su legítimo dueño, para que pueda regresar. “Lo que parece que está claro es que la robaron y que luego ha salido de España sin permiso”, explica Beltrán.

Fue una casualidad, pero encontrar la pieza no pintaba nada fácil. “No estaba publicada en ninguna revista científica”, detalla Beltrán. Tampoco estaba bien identificada. Un agricultor la localizó en los años 60, mientras araba un terreno entre las localidades de Bornos y Espera en las inmediaciones del yacimiento de Carissa Aurelia, una importante ciudad romana desaparecida de la provincia de Cádiz. Desde entonces, la cabeza pasó al inventario municipal y estuvo durante años colocada en una columna en el Ayuntamiento -antes de pasar al el centro de interpretación- rotulada como un retrato de Livia Drusila, esposa del emperador Augusto.

Sin embargo, la cabeza representa, en realidad, a Antonia la Menor, madre del emperador Claudio y representada desde la llegada al poder de éste en el año 41 d.C. Los “elementos fisiognómicos, el tipo de peinado y el atributo de la diadema”, adaptados por un taller bético, así lo indican para el catedrático. Más allá del evidente valor artístico y escultórico, la cabeza destaca por ser una de las pocas representaciones de la madre de Claudio que se conservan en Europa. “Hay muy pocas, no más de dos decenas”, puntualiza el arqueólogo.

Ahora en Bornos no ven la hora de que Antonia la Menor vuelva a casa, tras este enigmático periplo. El Ayuntamiento, personado como acusación particular, se conforma con mantenerse vigilante para que se cumplan las medidas que impidan su destrucción, desplazamiento o enajenación hasta que acabe todo el proceso judicial. “No tenemos seguro cuándo regresará, pero lo que sí sabemos es que la protegeremos”, sentencia Palomares.

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