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El éxito del representante italiano en Eurovisión, una bofetada a Salvini

El ministro de Interior criticó la elección del cantante Mahmood, que al final quedó segundo a muy pocos puntos del ganador

“Soy italiano al cien por cien”. Son las palabras que el segundo clasificado de Eurovisión, Alessandro Mahmoud, conocido como Mahmood, milanés de madre italiana y padre egipcio, que más ha tenido que repetir, muy a su pesar, desde el pasado febrero. Entonces ganó la 69ª edición del Festival de la Canción de San Remo y se convirtió en el representante de Italia en el certamen que finalizó en la noche del sábado con la victoria de Holanda.

El clima encendido que se vive en Italia y unas palabras del ministro de Interior y líder de la ultraderechista Liga, Matteo Salvini («Mahmood… bah… ¿Es la canción italiana más bonita? Yo habría elegido a Ultimo [otro finalista del concurso], ¿Vosotros qué decís?) alumbraron una extraña polémica que acabó girando en torno a las raíces del cantante y que lo puso en una tesitura en la que nunca se había encontrado hasta el momento. “En el centro de la controversia se ha puesto algo que no me afecta en primera persona: la inmigración”, ha repetido en múltiples ocasiones.

No le gusta que lo consideren un símbolo de integración, por el simple hecho de que él ha nacido y crecido en Italia y a menudo recalca que no pretende lanzar ningún mensaje político. Pero en un momento en el que en Europa y en Italia en particular la inmigración es un tema candente, su éxito arrollador en Eurovisión, a menos de 30 puntos del ganador, es también una bofetada al discurso que representa Salvini y a la férrea política migratoria de puertos cerrados que lleva por bandera y que también se basa en la negación de la nacionalidad a los hijos de inmigrantes nacidos en el país.

Mientras Salvini bramaba en Milán contra “los tecnócratas de Bruselas”, el Islam y la inmigración, como anfitrión de una manifestación que reunió este sábado a una docena de fuerzas de la corriente ultranacionalista de Europa, Mahmood conquistaba en Tel Aviv al público europeo y a los jurados eurovisivos, con su música y probablemente también con su historia y con todo lo que representa. Antes de subir al palco, el cantante lanzó otro mensaje que choca frontalmente con la narrativa soberanista del ministro. “Espero representar lo mejor posible a esa parte de jóvenes italianos y europeos que quieren permanecer unidos”.

“Soy un chico de 26 años que ha nacido y crecido en el sur de Milán”, volvió a repetir también en su página de Facebook unas horas antes de salir al escenario para interpretar Soldi (Dinero). La canción, escrita por él, con grandes tintes autobiográficos, habla de la vida en las periferias y de cómo el dinero influye en las relaciones familiares y es capaz de romper cualquier vínculo, con una clara crítica social. “Bebe champán durante el Ramadán”, dice uno de los versos como metáfora, según ha explicado él mismo, de quien predica una cosa y hace la contraria.

Además, incluye una frase en árabe, a modo de estribillo, como homenaje a un recuerdo de su infancia: “Waladi waladi habibi ta’aleena”, algo como “hijo mío, mi amor, ven aquí”. Como ha explicado el cantante, son las palabras que le solía decir su padre, que lo abandonó cuando tenía 5 años. Desde entonces no lo ha vuelto a ver y su madre ha sido su principal apoyo.

Mahmood, de 26 años, nació en la periferia sur de Milán. Trabajó durante varios años como camarero y comenzó su carrera musical en el año 2012 como participante de la sexta edición italiana de X-Factor. A partir de 2017 comenzó a colaborar como autor con diferentes cantantes como Elodie o Fabri Fibra. En 2016 participó en la sección joven del Festival de San Remo con la canción Dimentica. Su música bebe de la influencia de su madre, que escuchaba a cantautores italianos como Lucio Battisti o Francesco De Gregori y de su padre, que en los viajes en coche ponía música árabe. “Esas melodías que he vuelto a escuchar años después han entrado en mi música”, explicó en una entrevista.

En las ruedas de prensa previas al concurso, algunos periodistas internacionales le llegaron a preguntar si participaba en el Ramadán y cómo lo hacía; cómo se sentía como “medio egipcio” cantando en Israel o si vivía en un gueto. “Soy cristiano”, “soy italiano al cien por cien” y “no tiene sentido diferenciar a la gente por el lugar en el que vive”, volvió a repetir con una mezcla de asombro y malestar.

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