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El éxito de la ‘tributomanía’

Desde The Beatles y The Rolling Stones hasta Héroes del Silencio o Mecano, más de 200 bandas homenaje están censadas en España y consolidan este modelo de negocio

En la entrega final de Resident evil, el villano dispone de una colección de clones con objeto de endosarles el trabajo sucio. Cada una de esas réplicas está convencida de ser el original. Tanto, que una de ellas acaba liquidando a su progenitor, a quien considera vulgar copia. Para dos admiradoras de Héroes del Silencio que han acudido a presenciar un concierto de su banda tributo, no parece tener importancia que sean unos suplantadores quienes se encuentran sobre el escenario, imitando a Bunbury y cía, a su manera asesinándolos también edípicamente…

-Está genial, tía.

-Genial no, tía, ¡¡¡genialísimo!!!

Resume esa apreciación el sentir general de los 700 espectadores congregados en la sala Luz de Gas de Barcelona, donde la promotora Polymer registra llenos absolutos en cada uno de los conciertos que organiza. Todos protagonizados por bandas tributo. Un eufemismo, lo del tributo, importado del mundo anglosajón, como tantos otros ejemplos de la capacidad autorrapiñadora de la cultura pop. “En España el boom empezó hace cinco años”, explica Jorge Prieto, portavoz de Polymer. «Pero ya existían desde hace mucho tiempo bandas tributo como Smoking Stones, Abbey Road o The Bon Scott Band. La gente estaba familiarizada con el concepto, que se ha popularizado con el auge de la música en directo. Es una cadena que se retroalimenta, el público responde y salas y festivales se animan a traer este tipo de grupos”.

Polymer llegó por casualidad a ese sector, cuando una pequeña sala le encargó programar un ciclo de tributos. “Aquello cambió nuestra imagen de esta clase de conciertos. El nivel de las bandas era muy bueno, la gente iba a disfrutar de música que conocía perfectamente, y nos encantó el ambiente festivo que se generó”. Claro, pero cuesta entender que alguien pague por una versión low cost de su ídolo, conformándose con la usurpación. “Lo que busca ese público es pasarlo bien con una música a la que le une algún vínculo emocional. Es una manera fácil y directa de conectar con eso. El término low cost no significa que sea de menor calidad. En algunos casos puedes ver bandas tocando con una energía que el artista original ya no tiene. Estoy convencido que en muchos casos ha sido el gancho para volver a ver música en directo, y eso es bueno”.

Un antropólogo se pondría morado estudiando la casuística del público tributero. “En los tributos de rock metal y rock nacional la media de edad es algo más baja, de 30 para arriba. En el perfil de bandas de Polymer, la franja está entre los 45-55. Además, hay más público femenino que masculino. No hay una clase social definida, a veces tiene más que ver con el propio perfil de la sala que con el tributo en sí. Lo que les engancha es oír canciones que han sido importantes en su vida y disfrutarlas en un entorno de directo. No creo que sea un público que esté al tanto de las novedades discográficas”. Acaso otro factor importante para comprender el fenómeno sea lo moderado de su coste: 12 euros por concierto. “El precio es muy importante. Es un precio de compra por Internet casi impulsiva, y la relación calidad-precio es muy buena”.

Entre 500 y 2.000 euros es lo que viene a percibir una banda tributo, dependiendo de su poder de convocatoria. “Tributos como los de The Rolling Stones, Abba, The Beatles, Amy Winehouse, Mecano, Queen o Sade han agotado entradas. Hay tributos de rock o metal como AC/DC, Guns N’ Roses o Metallica que también lo hacen, aunque no sea nuestra línea”. Cada vez está más definido un circuito que mueve artistas, agencias y locales; donde resulta sencillo desenvolverse, como en cualquier otro tipo de circuito musical. “La escena es cada vez más grande, porque funciona y para muchos músicos supone una buena salida profesional”.

El sector estima que hay unas 200 bandas tributo en estos momentos censadas en España. “Hay mucha crítica porque dicen que matan a las que hacen música original. Pero el perfil de público es tan diferente, que no son ni competencia. Son dos mundos paralelos, que solo coinciden en que hacen música. Toda la vida ha existido orquestas y grupos tocando música de otros y nunca ha habido críticas. En general los músicos se lo pasan bien y tienen muy buena respuesta. También existe el perfil de músico que es muy fan del grupo que tributa y disfruta pudiendo recrear esas canciones de una manera fiel”.

Localizadas en Barcelona y en proceso de expansión en otras ciudades catalanas, las actividades de Polymer otean un próspero futuro a corto plazo. “El tributo ya es una opción asentada dentro del entretenimiento y no parece que esto cambie. Como he comentado, no deja de ser una evolución de las orquestas o grupos de versiones, y esto ha existido toda la vida. Además, las bandas clásicas de pop y rock se acaban –o se han acabado- y esta es la manera de que la gente puede seguir escuchando las canciones en vivo. Es más, no creo que tardemos en ver grandes bandas retiradas que creen su franquicia o tengan sus tributos oficiales”.

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