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El desfile de un militar golpista enreda al ministro de Defensa de Mauricio Macri

Oscar Aguad se disculpa tras considerar que los levantamientos militares contra Alfonsín no fueron un riesgo para la democracia

Para el ministro de Defensa de Argentina, Oscar Aguad, el primer levantamiento armado que en 1987 desafió al gobierno de Raúl Alfonsín fue “un acontecimiento chiquito que no puso en jaque a la democracia”. Respondió así a las críticas que recibió por permitir que el exteniente coronel Aldo Rico, líder de aquella asonada, participara del desfile militar celebrado el martes en Buenos Aires para celebrar un nuevo aniversario de la independencia. Si Aguad intentó calmar aguas, logró todo lo contrario. Representantes del Gobierno de entonces lo acusaron de no reconocer lo duro que fueron los años de la transición, y recordaron que meter en prisión a los jerarcas de la dictadura costó a Alfonsín tres intentos de golpe de Estado, dos de ellos liderados por Rico. Aguad pidió disculpas por su exabrupto, pero el daño ya estaba hecho.

Rico es un viejo conocido en Argentina. En la Semana Santa de 1987, se puso al frente del llamado “movimiento de los carapintadas”, por el betún con que los insurgentes pintaron sus rostros, para exigir el fin de los juicios contra los represores. Los jefes militares ya habían sido juzgados, la mayoría de ellos a cadena perpetua, y en los tribunales avanzaban cientos de causas contra uniformados de menor rango acusados de delitos de lesa humanidad. Los carapintadas exigían una “solución política” que reconociese su tesis de que la represión había sido producto de una guerra civil y, por lo tanto, no podía ser juzgada. “Exigimos la solución política que corresponde a un hecho político como es la guerra contra la subversión”, decían los panfletos esparcidos por los golpistas en los cuarteles sublevados.

Aquella Semana Santa de 1987 fue, sin duda, el momento más crítico de la transición. La asonada de Rico abroqueló a todos los partidos políticos y decenas de miles de personas arroparon a Alfonsín en la Plaza de Mayo. Cuando los golpistas depusieron sus armas, el presidente argentino pronunció ante la multitud una de sus frases más célebres: “Felices Pascuas, la casa está en orden”. Los que vivieron aquellos años los recuerdan como tiempos de extrema tensión. Rico terminó preso, pero Alfonsín no salió indemne.

Tres meses después del levantamiento militar, su Gobierno promulgó la ley de Obediencia Debida, que suspendió cientos de juicios por considerar a los militares responsables de torturas, secuestros y asesinatos como víctimas de las órdenes de sus superiores. Pese a ello, Rico se levantó en armas una vez más en diciembre de 1987 para exigir su libertad. La obtendría recién en 1989, cuando fue indultado por Carlos Menem, el sucesor de Alfonsín. En democracia, Rico fundó un partido de extrema derecha que lo convirtió en diputado en 1991 y más tarde en alcalde de Escobar, una localidad en las afueras de Buenos Aires, entre 1997 y 2003. Coqueteó luego con el peronismo, se declaró enemigo acérrimo del matrimonio Kirchner y hoy, a los 76 años, está retirado de la actividad pública.

Rico ya había participado en 2016 como excombatiente de Malvinas en el desfile por los 200 años de la independencia argentina. En aquel momento, el gobierno de Mauricio Macri sólo dijo que el militar estaba en su derecho. Esta vez, Aguad fue un poco más allá y puso en duda la gravedad del pasado golpista de exteniente coronel.

El exdiputado Ricardo Alfonsín, hijo del Raúl Alfonsín, acusó al ministro de “ofender a quienes lucharon por la democracia y su consolidación, por la paz y contra la violencia”. Horacio Jaunarena, ministro de Defensa durante los levantamientos carapintada, recordó que en la Semana Santa de 1987 “en los balcones de Casa de Gobierno estaba toda la dirigencia política bancando al gobierno constitucional». «Si para el ministro esto fue un movimiento chiquito, para la gente que llenó todas las plazas de la República en respaldo de Alfonsín y para la dirigencia política y sindical no lo fue», dijo.

Aguad tuvo que pedir disculpas, sobre todo porque la polémica lo enfrentó a la Unión Cívica Radical (UCR), el partido de Alfonsín que hoy integra la alianza oficialista Cambiemos y acompaña la reelección de Macri. Las campañas electorales no son momentos para revivir fantasmas del pasado. “El señor del que hablamos [Rico] es un personaje menor y lo que trato es que no lo conviertan en un personaje mayor. Lo trascendente fue la actuación de Raúl Alfonsín y de la gente en las plazas”, dijo el ministro al diario La Nación como respuesta a las críticas que recibió. Rico, en tanto, está retirado y se mueve en silla de ruedas, pero su estilo provocador sigue intacto: “Soy veterano de Malvinas. Ni el Presidente puede impedir que yo desfile”.

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