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Contra el tópico de que los jóvenes ya no ven televisión

El público entre 13 y 35 años sigue la programación generalista si se adapta a su forma de consumir

Hay una máxima que lleva años consolidándose en televisión: saber manejar las nuevas tecnologías conlleva ignorar la programación generalista. Viene respaldada por algunos datos. Las audiencias de la televisión clásica -la de encender el aparato y ver lo que se esté emitiendo- sobreviven principalmente gracias a que sube el consumo de las personas de más de 65 años. En 2018, la media de tiempo que cada español pasa diariamente ante el televisor cayó siete minutos, de 229 a 222. Si no lo hizo más fue porque los mayores de 65 rondan ya los 356 minutos al día. Conforme se baja en edad, se sube el porcentaje de personas que se busca el entretenimiento por otras vías.

Así hasta llegar a los jóvenes, o lo que los medidores de audiencia consideran jóvenes –personas entre 13 y 35 años, de las que en España hay once millones y medio, es decir, un 24,6% de la población según el Instituto Nacional de Estadística–, supuestamente tan desinteresados en esta televisión clásica que en agosto de 2018 vieron, por primera vez, más cadenas temáticas de pago que generalistas.

Pero esos son solo algunos datos. La relación de los jóvenes y la televisión es en realidad más compleja, al menos según apuntan las audiencias de lo que llevamos de 2019. Hay tanta gente de esta edad viendo ahora su programa favorito (la edición de los lunes de La Voz) como la hubo con su programa correspondiente de 2017 (la serie El accidente, en Telecinco) a estas alturas del año. Son 506.000 espectadores de media este año, frente a los 509.000 de 2017. El público joven solo baja si se compara con 2018 por estas fechas, cuando las audiencias estaban plena revolución OT 2017: había 591.000 jóvenes viendo aquel programa que acabó en febrero del año pasado. Pero quitando esa excepción (y de OT 2017 fue excepcional en muchos sentidos), este las cifras desafían al tópico. Los números caen pero no se desploman.

“Los jóvenes ven mucha televisión, pero no de la forma tradicional”, matiza Ana María González Neira, que estudia nuevas audiencias en la Universidad de A Coruña. “Van a ver televisión, por ejemplo, Operación Triunfo, un rato en lineal, comentándolo en Twitter, luego complementan con algo de YouTube y lo rematan en Facebook. Crean un circuito alrededor del contenido televisivo. Ven televisión, pero más allá de la cita puntual. Televisión más allá de la televisión”.

Las principales generalistas (Telecinco y Antena 3) decidieron hace tiempo que esa sería su apuesta para frenar la hemorragia de espectadores jóvenes. Sus programas ya no exigen una cita puntual: La Voz y GH Dúo, dos de los programas con más audiencia joven, tienen varias emisiones en prime time a lo largo de la semana. Y están diseñados para fidelizar a través de varios medios. La Voz tiene una media de 208.000 espectadores por diferido (más que la mayoría de programas de entretenimiento del año pasado). Esta semana, Mediaset anunció que GH Dúo había generado cien millones de reproducciones de vídeos en diferentes soportes digitales, entre 10,1 millones de navegadores únicos. Los datos de 2019 les dan parte de razón. La estrategia ha funcionado.

“Hay que buscar a lós jóvenes, y eso implica arriesgar con formatos”, concluye González Neira. “Pero no porque no quieran ver televisión. La generación actual ve mucho contenido televisivo. De hecho, son unos consumidores muy intensos de ficción”. Según la investigadora, no son los jóvenes los que han desaparecido del universo televisivo: es la predominancia del consumo lineal. Dicho de otra forma, la televisión es otro medio obligado a relacionarse con el complicado mundo digital. “Hay casas de estudiantes que no tienen aparato de televisión. Y no va a volver”, apunta. Pero cuando lo haga bien, los jóvenes estarán ahí.

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