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Cómo el ‘streaming’ precariza el doblaje en España

Los profesionales de la interpretación de voz critican la pérdida de calidad y de ingresos del sector

Los capítulos de Juego de tronos generan en España miles de comentarios en las redes sociales. Si no es por la escasa iluminación con la que se rodó una de las batallas más esperadas de la última temporada, es por un vaso de Starbucks visible por error en una escena. También pueden aludir a la traducción. En la versión en castellano del tercer episodio de esta octava entrega se coló un término extraño (sicansíos), gritado en pleno combate a pesar de que nunca se había escuchado entre la serie de términos creados para esta trama épica.

Poco después, la palabra ya se había convertido en carne de memes. Se trataba en realidad de una versión fonética de la frase she can’t see us (“ella no puede vernos”, en el inglés original). La causa de semejante gazapo fueron las prisas con las que se tuvo que traducir el capítulo.

Mucho ha cambiado el proceso de doblajes al castellano en televisión desde que en 2011 se estrenó la primera temporada de la adaptación de las novelas de George R. R. Martin. El miedo a la piratería y a que se destripasen las tramas ha invadido los estudios de doblaje y ha cambiado las normas del juego. Los episodios se emiten en España pocas horas después de su estreno en Estados Unidos y las medidas de seguridad necesarias para ese despliegue a veces rozan el disparate.

Esos son los problemas principales a los que los intérpretes de doblaje y el resto de profesionales del sector achacan la devaluación de su trabajo, en un entorno cada vez más complicado para ellos. “Hay compañeros que graban de un día para otro y casi a ciegas, con enormes marcas de agua en la imagen, sin poder ver el rostro del actor o sin el guion completo para evitar filtraciones”, dice Lorenzo Beteta, quien habitualmente pone la voz a David Duchovny.

Eduardo Bosch, la voz de Jon Nieve, contaba a mediados de abril en la SER lo tortuoso que resulta últimamente su labor en la serie de HBO. La plataforma intentó que trabajasen sin apenas ver imágenes; ahora, los intérpretes de voz españoles han logrado que las medidas de seguridad se relajen en las últimas entregas. “Han llegado a enviarnos capítulos en negro, con pequeños círculos donde aparecía solo la cabeza de nuestro personaje. Aun entendiendo su punto de vista, nuestro código profesional no nos permite trabajar así”, comentaba el actor.

Y no es solo la pérdida en la calidad de los productos en los que trabajan. Los profesionales del doblaje televisivo también se enfrentan a una creciente inestabilidad profesional. Incluso participar en un fenómeno de masas puede resultar contraproducente. Beteta lo notó al ser la voz del mítico agente Mulder de Expediente X durante 175 capítulos entre 1993 y 2002. “En ese momento trabajaba mucho y hacía mucha publicidad, porque los anunciantes querían la voz de Mulder. Pero, cuando se acabó la serie, ningún director de doblaje quería que el protagonista de su nuevo proyecto sonara igual que un personaje tan conocido”, destaca.

La publicidad, los videojuegos o los documentales han supuesto siempre fuentes adicionales de ingresos para los profesionales cuando las series y el cine no bastan para llegar a fin de mes. Pero con la alta demanda de ficciones en la última década y la llegada a España de plataformas como Netflix, cada vez hay más contenidos a doblar y no siempre significan más ingresos.

Expediente X regresó a las pantallas en 2016 y luego en 2018, años después de ser cancelada. Beteta recuperó su trabajo más recordado durante otras dos temporadas. “Cobraba más en los noventa, cuando se emitía en Telecinco, que ahora por el mismo trabajo”, se lamenta. Es una muestra de la gran pérdida de poder adquisitivo que ha vivido el gremio en los últimos 25 años.

Temporadas cortas

“Por grabar un capítulo de una serie, una voz protagonista suele ingresar entre 190 y 210 euros brutos. Ahora hay más títulos que doblar, pero las tandas cada vez son más cortas y los sueldos no suben”, precisa el actor y director de doblaje Juan Navarro Torrelló. Un protagonista de Juego de tronos cobra por convenio, unos 1.400 euros (antes de impuestos) por la última temporada (seis capítulos algo más extensos de lo habitual). Un secundario se conforma con la tercera parte de esa cantidad.

Torrelló se encuentra entre la minoría que cobra un sueldo fijo por su labor como actor y director de doblaje. Algunos estudios de grabación forman equipos fijos de profesionales. Se les paga por doblar “todos los contenidos posibles, sin importar género o formato”, en jornadas de seis horas y media diarias a cambio de unos 1.700 euros brutos. El actor admite que esta especie de tarifa plana resta trabajo a la inmensa mayoría de profesionales, obligados a cobrar por proyecto. La mayoría de los estudios de doblaje rechazan concretar los presupuestos que manejan para pagar a sus empleados.

La desunión de la patronal que forman los estudios de grabación también tiene mucho que ver con la caída de sueldos. “Las grandes productoras estadounidenses saben que pueden aprovecharse de la situación e invertir menos en España que en otros países europeos. Si un estudio no acepta el presupuesto que le ofrecen, amenaza con irse a otro que les abaratará los costes”, comenta Beteta.

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