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Chipperfield saca el bisturí en la plaza de San Marcos

El arquitecto británico restaura el edificio veneciano de las Procuradurías Viejas

Venecia busca cambiar su monolítico discurso sobre el turismo, pero a duras penas logra convencer a nadie con las iniciativas públicas. Algunos proyectos privados, sin embargo, permiten pensar en un pequeño avance en el cambio de modelo económico. La gran reforma de las Procuradurías Viejas a cargo del arquitecto británico David Chipperfield representa una brizna de aire en el uso de los espacios, especialmente los que circundan la zona cero de la masificación de la ciudad: la plaza de San Marcos. Propiedad de la aseguradora Generali, terminará su reestructuración en 2021 y ofrecerá un lugar de encuentro para una organización humanitaria abierta al público.

El Ayuntamiento de la ciudad y el arquitecto celebraron el lunes el avance de las obras y de las consecución del permiso definitivo para ejecutar la última fase. Un proyecto complicado, dada la singularidad del edificio y de un entorno que preside la basílica de San Marcos. El palacio es una de las joyas venecianas. Terminado en el siglo XVI por Jacopo Sansovino, mientras sobrevivió la Serenísima República de Venecia hospedaba a los procuradores, uno de los cargos vitalicios más prestigiosos. En 1832, el recién nacido grupo Generali lo compró y lo eligió como su sede principal hasta que volvió a mudarse. Algo que contribuyó al éxodo de residentes del centro de Venecia.

El palacio tiene 50 arcos de mármol y 100 ventanas de medio punto. Elementos que dificultan una restauración interior que irá más allá del original para dar pie a un espacio de trabajo. La tercera planta hospedará a la fundación Human Safety Net, ONG creada por la aseguradora para proyectos sociales. Generali se reserva una planta para sus oficinas y el resto se destinará a alquileres. No se permitirá esta vez, han prometido la compañía y el alcalde, nada relacionado con el turismo, uno de los principales enemigos ahora mismo de los vecinos de Venecia.

Chipperfield, londinense de 65 años, en una pausa tras la rueda de prensa reseñó algunas de las dificultades del trabajo. “La extraña cualidad del edificio es que por fuera todo estaba bien. Por dentro era un auténtico desastre. Intentamos rescatar un edificio y darle dignidad. Relacionar el exterior con el interior. Han pasado 500 años. Hemos recuperado algunas partes del interior, pero no demasiado”.

La normalidad tiene que ver con el interior, donde por primera vez en cinco siglos podrán entrar los ciudadanos, pero también con el exterior. Un área castigada enormemente por el turismo que la compañía de seguros se propone restaurar con otras intervenciones en el área Marciana, como la de los Jardines Reales. El alcalde de la ciudad, el conservador Luigi Brugnano, estaba exultante el día de la presentación. “Es un buen ejemplo de cómo lo público y lo privado desarrollan la ocupación en el corazón de la ciudad”. Habrá que esperar todavía dos años más para verlo.

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