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Brizuela: «Me convertí en adulto antes de lo que tocaba»

Darío Brizuela, durante un entrenamiento con España esta semana en Guadalajara – Letonia-España

El escolta de la selección repasa para ABC su explosión esta temporada, sus planes de futuro y sus complicados inicios en el Estudiantes

Tiene 24 años, pero el rostro de Darío Brizuela (San Sebastián, 1994) se niega a envejecer. Su aspecto jovial contrasta con su explosión en la ACB -donde lidera junto a Laprovittola la tabla de máximos anotadores-, que le ha abierto un sitio en la selección con la que jugará hoy ante Letonia (18.30 horas, BeMad) y el lunes frente a Turquía. Dos partidos intrascendentes para España, que ya selló su billete para el Mundial, pero que servirán al escolta del Estudiantes para reinvindicarse y reclamar un sitio en esa cita de China el próximo verano. Aunque es un recién llegado, su discurso es de veterano. Pausado. Todo lo contrario de lo que ocurre cuando sale a la pista y revoluciona los partidos.

¿De dónde sale ese descaro que muestra en la cancha?

No lo sé. Es algo importante en mi juego. Lo que me diferenció de los demás cuando era más pequeño, pero después vienen hay muchas más cosas. El trabajo, el estar bien rodeado, tener una oportunidad y aprovecharla… Para llegar hasta aquí tienes que tener algo de fortuna y aprovechar el momento. Hay muchos factores, pero el descaro sí que es algo que me diferencia, sobre todo cuando era más joven y la diferencia física era mayor con el resto.

Habla de la importancia de estar bien rodeado, ¿en su caso quién le ha ayudado más?

Creo que he tenido mucha suerte por los entrenadores que me he ido encontrando en el camino, tanto en el Estudiantes como en el Easo, en San Sebastián. Pero también han sido claves mis padres desde que era un niño, porque me han ayudado un montón. Me han enseñado a comportarme de cierta manera que me ha servido en mi carrera deportiva. A día de hoy, el apoyo de mi novia y de mi hermano es casi más importante que el de mis padres. Son figuras sin las que no habría llegado aquí.

¿Qué ha cambiado este año para verle explotar así?

Han sido un cúmulo de cosas. El cambio de entrenador me ha venido muy bien, porque ha venido con una idea nueva que me ha beneficiado. Yo empecé bien la pretemporada, pero fue el técnico el que me dio más confianza y me pidió que tuviera un rol más importante. Por mi parte, he trabajado como un auténtico loco. Lo digo siempre y no me creeríais si os dijera todo lo que he trabajado en verano. Ha salido bien y estoy en un punto en el que no quiero parar y quiero seguir mejorando para ayudar al Estudiantes y a la selección.

Ya es el máximo anotador de la ACB, ¿por dónde cree que puede llegar entonces esa mejora?

Sobre todo, en lo defensivo. Físicamente creo que puedo dar un salto más y debo ser más eficiente en ataque. Ahora que las defensas se me están cerrando un poco más, creo que tengo que encontrar mejor a mis compañeros abiertos. Creo que el trabajo tiene que ir por ahí y por acumular experiencia. Jugar muchos minutos a un alto nivel. Por eso, para mí estas ventanas de selección son perfectas.

¿Qué le ha dado la selección?

En el aspecto deportivo juegas contra algunos de los mejores jugadores de Europa y con un gran nivel de presión. Por ejemplo, aunque ya nos hayamos clasificado, sabemos que ante Letonia tendremos un partido durísimo. En lo personal, estar con gente con la que he compartido muchas cosas como Seabas Sáiz o Jaime Fernández -lesionado esta vez-, es algo que me encanta. Desconectas un poco de tu día a día, te refrescas y recoges cosas nuevas de otra gente y ya la semana que viene vuelves a la rutina e intentas aplicarlas para ser mejor.

«En el baloncesto no queremos todo el ruido que se ha generado con la final de Copa. Hay que quedarse con la imagen del Madrid respetando al campeón y la del Barcelona celebrando el título sin problemas»

¿Y sueña con colgarse una medalla con este equipo?

A día de hoy, no. A día de hoy el objetivo era clasificar al equipo para el Mundial y estoy muy satisfecho por haber sido parte de eso. Estos dos últimos partidos de las ventanas sirven para despedirse un poco de toda esta aventura que ha sido la selección estos meses y si en el futuro me llega la oportunidad, pues será el momento de soñar.

¿Se ve con opciones de ir a China?

No pierdo el tiempo en esas cosas, porque no dependen de mí. Es como lo de ser el máximo anotador de la ACB, que es algo en lo que ni pienso, porque no me interesa. No me ayuda a ser mejor ni a ayudar más al equipo. Estoy feliz por cómo va el año, pero quiero tener los pies en el suelo. No pienso en lo que pueda llegar, sino en lo que puedo conseguir a día de hoy

En su familia, ¿era baloncesto o nada?

No, yo jugué al fútbol hasta los once años y se me daba muy bien. Muchos de mis amigos eran muy buenos y han acabado en las categorías inferiores de la Real y cosas así. Pero en casa, éramos mucho de baloncesto. Mi madre jugó en primera división, mi padre fue entrenador, mi tío jugó en el Baskonia en la ACB… al final, esa línea estaba marcada. Un camino que yo elegí, pero que tuve muchas facilidades para tomar. Desde los 2 o 3 años tenía una canasta para niños en el cuarto y me encantaba jugar. Mucho más que jugar al fútbol o al atletismo.

¿Qué pósters tenía Brizuela en su cuarto?

Ufff… Mis padres no me dejaban poner nada en las paredes… pero sí que en la carpeta y de fondo de pantalla en el ordenador tenía a Kobe Bryant. Siempre ha sido mi ídolo y el de mi hermano. De los españoles, me gustaban Navarro y Azofra. Han sido los más importantes. Soñaba con ellos y con poder imitarlos algún día jugando al baloncesto.

¿Qué ha sido lo más complicado en su camino hasta aquí?

Lo más difícil para mí fue el cambio de ciudad, de rutina y de club. El cambio a Madrid fue muy duro a muchos efectos. Dejé de vivir en mi zona de confort, que era estar en San Sebastián con mis padres. Me vine a Madrid, con mi hermano que estudiaba aquí una carrera, pero que estaba todo el día fuera y yo pasaba mucho tiempo solo. Tenía que ir al instituto, a entrenar, descansar, hacer todas las cosas de casa… Me rompí el pie dos veces el primer año y aquello fue un mazazo. Una vez que me asenté en Madrid y entendí lo que era estar solo, mejoró la cosa. Lo pasé mal, me convertí en adulto antes de lo que tocaba. Una vez asumido eso, todo fue más rodado y me centré más en el deporte. Ha sido un proceso muy largo. Muy duro, con épocas malas y muy malas, pero ha merecido la pena.

¿Qué le ha enseñado un club como el Estudiantes?

He aprendido a trabajar muy duro. Yo sabía que en la vida nadie te regala nada, pero aquí lo he vivido en primera persona. He aprendido a cuidar a la gente como se hace en el Estudiantes. Me han cuidado muy bien y al mismo tiempo nunca me han regalado nada. He hecho unas amistades muy buenas, para toda la vida. Pero no solo de jugadores o entrenadores, sino de gente mantenimiento, de márketing, de publicidad… Amigos para toda la vida. De lo que más orgulloso me siento de mi paso por este club es de haber conocido a estar personas que me han aportado tanto para el resto de mi vida.

¿Qué cree que le falta al club para volver a estar arriba?

Es muy difícil. Primero, porque hay que tener un buen presupuesto y Estudiantes a día de hoy no es uno de los equipos que tenga más presupuesto. Eso es un hándicap. Y hasta hace poco la estabilidad del club no era la que es hoy y la que tiene que ser para llegar a esos puestos altos. Siempre había muchos jugadores nuevos cada año, cambios de entrenadores… Ahora creo que está mejorando la situación económica y eso permite mantener una estabilidad y un bloque año a año. Creo que Estudiantes dentro de cinco años, si todo sigue en esta línea, volverá a estar arriba, porque habrá mejor situación económica y se volverá a trabajar de la forma en la que se hacía antes. Tengo plena confianza.

¿Y se ve liderando ese proyecto?

Cinco años quedan muy lejos y yo acabo contrato este verano. Sé que hay mucho ruido detrás y es algo que tengo hablado y de lo que no quiero saber nada hasta que acabe la temporada. Esté o no esté yo ahí le deseo lo mejor al Estudiantes porque se lo merece. Lo hemos pasado muy mal. No le deseo a ningún club con la calidad humana del Estudiantes que pase lo que hemos pasado. Por eso, espero que de aquí a cinco años, o incluso menos, esté más arriba.

¿Hay algún equipo al que no iría seguro?

No. Yo ya entiendo el baloncesto como un trabajo. Cuando eres más joven te guías más por los sentimientos. Ahora que es un trabajo y que disfruto tanto con el juego, iré allá donde me quieran. He madurado y lo que me gusta es estar dentro de la cancha. Lo de fuera me da más igual. Donde me quieran, ahí estaré.

¿Qué opinión tiene sobre el lío que se ha formado con la final de Copa?

Si le digo la verdad, no me gusta nada. Si ves el partido, hay errores para los dos equipos. Unos más trascendentes que otros, pero al final es un partido acabado y no hay más que hablar. Todo el ruido que se ha montado alrededor no es necesario. No lo queremos en el baloncesto. Ya tenemos un deporte para eso (en referencia al fútbol) y a un gran porcentaje de la población no le gusta en absoluto. A mí lo que me gustaría es que no se monte tanto revuelo por un partido en concreto. Sé que era un torneo importante, que a mí me habría gustado mucho ganar, pero creo que hay que ser más maduros e inteligentes y no montar un circo del partido. Me da rabia porque se habla de los errores arbitrales, pero me gustaría más que se hablara de que, con todo, el Madrid al final del partido está ahí. No se comen a los árbitros, felicitan al ganador, por mucho que pasara después. El Barça pudo celebrar su título en la cancha, sin problemas y el Madrid respetándolo. Eso es el reflejo de lo que es el baloncesto y es la imagen que tiene que quedar. Le diría a la gente que se quedara con eso. Que intentemos eliminar toda la controversia que hay alrededor…

Brizuela, a contraluz, en el estadio del Arsenal en 2017 –

El Arsenal, su afición más desconocida

En su foto de portada de Twitter aparece un mensaje enigmático escrito en las zapatillas. «Merci, Arséne», en referencia al que fuera entrenador del Arsenal durante mucho tiempo. Un ídolo para Darío, fiel seguidor del club inglés.

Si se le pregunta por qué, se rie y resopla. «Es una historia muy larga, muy larga… algún día tendré que escribir un libro sobre ella. Se juntaron muchas cosas cuando era un niño. Mi tío me regaló una camiseta del Arsenal, mis primos hablaban un montón de la Francia de Henry… y todo me llevó al Arsenal. Yo siempre he sido una persona que no le ha gustado ir con lo que le gusta a todo el mundo y en San Sebastián todo el mundo es de la Real y del Barcelona y como yo me quería separar de esos equipos, pues elegí al Arsenal y al final eso se ha convertido en un fanatismo enfermizo. No me pierdo ni un partido. Sufro más con el Arsenal que con mis propios partidos. Tengo 16 camisetas y seguiré coleccionando hasta que no me quepan en casa. He estado en Wembley viendo una final de Copa contra el Chelsea, uno de los mejores recuerdos que he tenido en mi vida, y estuve en el Wanda el año pasado, que fue uno de los peores recuerdos. Disfruto mucho viendo el fútbol, sobre todo el fútbol inglés. Me vuelve loco. Ser tan fan de un club es muy divertido, aunque ser del Arsenal es duro», explica.

En su tiempo libre, que no es mucho por culpa de los partidos, los entrenamientos y la carrera de Psicología, le gusta estar con su novia y su perro y jugar a la consola.

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